Capítulo 35

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Capítulo 34:

Cambios obligados.

Habían llegado a la capital del reino hace unas semanas, de pronto la gente la había comenzado a tratar con respeto— más del habitual—  y como si fuese una princesa, por si fuera poco también se habían mudado al castillo. Jihye no era tonta, ella sabía que algo pasaba, sobre todo cuando Jimin se autoproclamó el nuevo rey.

No se sentía segura con eso.

Todo era extraño para Jihye. No le desagradaba, pero tampoco le gustaba del todo. De hecho, extrañaba el pueblo, a sus amigos y vestirse con ropa de varón, ropa cómoda, como acostumbraba a hacer antes.

Los vestidos caros que usaba, la ayuda para vestirse, las zapatillas o zapatos con tacón, el maquillaje, las clases de matemáticas, ciencias, lenguaje antiguo e imperial, historia, modales (¡Ella no los necesitaba! ¡Era una mujer bastante educada!) y etiquetas, al igual que los peinados que le hacían diariamente, junto a la peluca que estaba obligada a usar la hacían sentirse diferente, la tenían agotada, Jihye sentía que no era ella misma.

La pelinegra extrañaba vestirse con ropa sencilla o ropa cómoda, mostrar su cabello corto sin problema alguno, hechaba de menos las sandalias, zapatos realmente cómodos para sus pies —¡Cosas que en ningún momento le producían dolor o callos como lo que usaba ahora!—, o simplemente andar por ahí sin nada que cubriera sus pies, para poder sentir la suave hierba entre sus dedos, para poder sentirse libre. Extrañaba también y con fuerzas, poder correr por ahí, jugar con animales y ensuciarse si así lo quería, entrenar con la espada y pelear a puño limpio con otros chicos de su edad sin salir lastimada o al menos, no mucho—pues la mayoría de los chicos del pueblo temían a que Yoongi o Jimin, este último más que nada, cobrará represalias por dañar a la o mejor dicho, él menor. Jihye extrañaba poder ser ella misma.

Detestaba con fuerzas que la señora Im, estuviera todo el tiempo tras de ella diciéndole que era y no era correcto, que la regañara por todo y nada, que él doctor le examinara y diera medicamentos que no le servían de nada, pues ella ya estaba mejor, o eso quería creer. Detestaba todo eso y quería su vida de vuelta, quería ser ella misma otra vez, por supuesto, agradecía no tener que fingir ser un hombre... Pero aún así.

Soltó un suspiro, frustrada.

Es por todas esas cosas que la agobiaban que, quizás se había escapado en cuanto tuvo la oportunidad y se había puesto la ropa que su hermano traía puesta cuando llegaron, se había quitado esa terrible peluca que le provocaba comezón y se había ensuciado un poco el rostro, todo esto para que no la reconocieran y obligaran a comportarse como: “Toda una señorita de la realeza con un comportamiento digno de una princesa.”

Ella odiaba aquello. Y agradecía con su alma que cerca de aquel lugar hubiese un bosque junto a un pequeño riachuelo, porque así al menos podría divertirse un rato antes de que la atraparan, otra vez.

Soltando otro suspiro— el quinto de la hora— esta vez repleto de molestia por sus recientes pensamientos, dio una patada a una piedrecilla que estaba tirada por ahí. Sin percatarse de que, con ello sin querer había golpeado a alguien que estaba sentado apoyado contra un árbol.

— ¡¿Qué demonios te pasa, bastardo?! — Jihye parpadeó tras oír aquel reclamo, mirando sorprendida al hombre frente a ella.

¿No la había reconocido? ¿No se había dado cuenta de que era una mujer? Sonrió para sus adentros, eso era bastante bueno. Aún podía disfrazarse sin ser descubierta.

Iƞϲυβɸ |kth|© (#1)Where stories live. Discover now