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3 meses después

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3 meses después.

"¡Muy bien Jay Jay. Ese es mi hijo!", mi voz se elevaba más de lo normal pero a este grado no me importaba porque Justin estaba conmigo y estaba haciendo exactamente lo mismo.

"¡Vamos hijo!", observamos cómo patinaba del centro de la pista hacia la portería en una velocidad anormal para un niño de su edad. En este tiempo dio todo de él en sus prácticas que lo colocaron en una liga con niños mayores y aunque sólo son un año mayor me llena tanto de orgullo y demuestra que esto es su pasión y nació para esto.

Salte de mi asiento al ver que lanzó el disco directamente al centro de la red deslizándose de entre las piernas del portero.

Abrace a Justin con portería mientras veíamos a nuestro hijo festejar el primer gol de su vida.

Sentí a Justin besar mi cabeza pero yo solo podía ver como mi bebé crecía y encontraba lo que lo hacía feliz, mentiría si dijera que algunas lagrimas no se me habían escapado.

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"Deseamos mucho ir contigo, ¿lo sabes, verdad?", bese sus labios y apreté mis brazos en sus hombros abrazándolo fuerte.

"Lo se, cariño pero hay mal clima y además solo estaré a unos minutos de aquí, estaré aquí antes de que notes que me he ido", besó mi frente.

"Aquí estaremos apoyándote", sonreí.

"Eso espero sino nuestro hijo se las arreglará para irse a la arena solo y ver el partido", murmuró viendo a Jay Jay que estaba atento viendo otro partido de hockey antes del de su padre.

Justin se veía tan guapo de traje, tan apuesto que no podía esperar por tenerlo en casa de nuevo. Era obligatorio llegar formal a cualquier partido ya sea en casa o fuera y créanme que no me quejaba.

"Ya me tengo que ir", tomó su enorme mochila y la recargo en sus hombros. "Te amo", besó mis labios y después fue con Jay Jay, besó su mejilla y despeinó su cabello mientras que nuestro hijo le deseaba suerte.

Un par de horas después tomé a un Jay Jay dormido del sofá a su habitación, el partido estaba en el tercer periodo pero su pequeño cuerpo no pudo aguantar más allá de su usual hora de dormir lo bueno es que se despertaría con la genial sorpresa que Toronto ha ganado, o al menos hasta este momento.

Le quite su pequeña jersey de encima y le coloqué sus pijamas y me dediqué a verlo por un segundo. Era tan afortunada y lo sabía, tenía a un hijo precioso y sano, con tantas ganas de jugar, aprender y vivir. Mis dos Justin era lo mejor que me ha pasado, sin duda.

Después de arroparlo dos veces para asegurarme que no pasará frío me regrese a la sala a limpiarla y después a mi habitación. Me cambie, coloque mi cabello en una trenza y me metí en la cama.

Dear Justin #6 | JelenaWhere stories live. Discover now