Capítulo 07

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MADRE SÓLO HAY UNA

En la soledad de un amplio salón comedor, una mujer unos cincuenta y tantos años, de cabellos castaños y prominentes ojos verdes bebía un sorbo de wisky irlandés en punto de las siete de la mañana, bastante temprano para un horario en que los cafés se sirven a primera hora y además que esta mujer estuviese de muy mal humor.
Y no era para menos, algo la estaba perturbando y no era algo con que se podía tratar con paciencia.

Posó su mirada en la mesa del comedor, y contaba las sillas alrededor de ésta. Doce.
Cinco a los costados y dos en las puntas.

Durante treinta años, en cuatro de los asientos eran ocupados por los miembros habitantes de la mansión.
Ella, su esposo y sus dos hijos, un hombre y una señorita.

Varios desayunos servidos, algunos almuerzos, pero sobretodo en la hora de la cena, los cuatro miembros ocupaban los lugares en la mesa del comedor y departian en ella también en los fechas de cumpleaños, cenas de navidades, varios aniversarios de bodas y otras ocasiones especiales.

La vez que su hijo mayor se coronó como el mejor de su clase de su generación universitaria.
El día en que su hija menor cumplió sus dieciséis años con un banquete digno de un rey.
El día en que su marido desató una noticia polémica y todos los miembros de la familia tenían el semblante confuso y desolado.

Entre los buenos y los malos momentos, esa mesa del comedor fuera testigo mudo de tantos acontecimientos de la familia Luthor.

Solo quizá, en lo amplio de el salón comedor, cuando en la pared del costado derecho había una pintura en óleo de esta mujer en sus años de juventud, era lo único que tenía de acompañamiento en este salón comedor.

Todo lo demás, una amplia variedad de paredes vacías, unas cuántas cajas alrededor y polvo en la alfombra.

- Bien. Supongo que los trabajadores de los nuevos dueños vendrán a demoler el mármol y todo lo que les estorbe. -
dijo ella en un pensamiento en voz alta, observando por última vez las cortinas rojas de los ventanales, o los pedazos de un florero que aún continuaba en el piso y que se había roto hacía varios días.

A un lado de la puerta habían dos maletines de color negro con ruedas.
No se veían ni grandes ni pequeñas, pero era quizá de sus últimas pertenencias netas a tomar de todo lo que podía tener alrededor.

Muchos recuerdos, muchas gracias y desventuras, muchas alegrías y penas.
Veía como el tiempo pasaba al pintar esas paredes, cambiar las cortinas y los muebles, carisimos artículos por cierto.

Posó la vista al amplio salón de recepción, por última vez, antes de posar su mano derecha en el picaporte y dejar la comodidad de un hogar que alguna vez fue habitado por una familia amorosa y unida, a los vacíos de habitaciones con muy pocas cosas de valor por rescatar.

Ella bajaba los escalones de la entrada principal de la mansión, que parecía más bien todo un palacio rodeado de jardines, una cancha de tenis y un garaje que tenía la última limusina de corte inglés que portaba el emblema de la familia Luthor.

- Buenos días señora Luthor. ¿En dónde quiere que la conduzca hoy? -
Dijo un joven muchacho que le servía de chófer, incluso portaba un gafete con el emblema de la familia.
La respuesta de la señora fue una cara de asombro y de confusión.

- ¿Brainy? ¿Qué sigues haciendo en la propiedad? -
marcó en un tono de reclamo.
- Te recuerdo que ya se te pagó el sueldo del mes y tu liquidación por los servicios prestados a la familia en los últimos dos años. No me digas que aún no tienes un trabajo estable aún. Sabes que no te puedo ayudar en este momento.

Arriesgate Y Sé FelizWhere stories live. Discover now