6. La verdad.

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— ¡Soy un idiota! — dijo molesto, — si no hubiera corrido tras ella no hubiéramos caído...

He Xuan quería llegar lo antes posible. Tenía que decirle a su amiga que tenía un plan para que su hermano no volviera a lastimarla. Cada vez que recordaba como ese hombre había golpeado a su pequeña Méi, la sangre le hervía.

— Te quedarás en casa y mis padres no podrán decir que no... Y si lo hacen me iré lejos y te llevaré conmigo...

Si alguna vez He Xuan tuvo un deseo era ese, proteger a esa persona.

— ¿Mei Méi? — preguntó el jovencito abriendo la puerta del cuarto. Lentamente y sin hacer ningún ruido empujó hasta asomar la cabeza por completo.  La escasa luz de una vela iluminaba el interior de la habitación. Repaso el pequeño espacio entre penumbras asta que sus ojos se acostumbraron a la tenue luz.

El largo cabello de Shi Qing Xuan contrastaba con su blanca piel. — ¿Quien anda ahí? — Preguntó Shi Qing Xuan alcanzando una toalla pero no hubo respuesta.

He Xuan no pudo responder, se quedó completamente frío, con sus ojos abiertos de par en par.

Shi Qing Xuan dio la vuelta antes de envolverse por completo con la tela.

Ambos chicos cruzaron miradas, Shi Qing Xuan se volvió para cubrir su desnudez pero era demasiado tarde su amigo lo había visto.

He Xuan dió un paso hacia atrás. El sonido del trueno que precede a la lluvia se escuchó por todos lados, la lluvia comenzó a caer afuera pero también en los corazones de aquellos dos jovenzuelos.
He Xuan no lo soportó más y salió corriendo como si hubiera visto al mismo Rey  Fantasma.

Salió del hostal y corrió. Corrió tan rápido como pudo, con el corazón a punto de salir de su pecho. Poco importó que la tierra se volviera fangosa y que su ropa se empapara irremediablemente, él solo quería ser tragado por la oscuridad de la noche.

¿Que clase de burla era esa? Su mejor amiga, aquella persona a la que tanto quería, y de la que estaba seguro que estaba enamorado, era un chico. Un chico como él.

¿Pero como? ¿Cómo es que nunca se dió cuenta...?

¿Y por qué vestía como una niña?

Todas esas preguntas se arremolinaron en su cabeza, todas querían ser atendidas pero él no tenía las respuestas.

Corrio sin una dirección fija bajo el aguacero y, sin siquiera sentirlo, cruzó media montaña hasta llegar al  santuario de su maestro.

Entró sin prestar respetos, se agachó y se acurrucó junto al altar del Dios de la tierra. El agua caía por todo su cuerpo formando un pequeño charco. Se cubrió los ojos como queriendo apartar aquella visión, la de su amiga desnuda.

Sus emociones estaban aletargadas, igual que si hubieran sido anestesiadas.

¿Que se supone que debía hacer en ese momento, que se supone que debía sentir en ese momento? ¿Era esa la razón por la cual el hermano de su amiga había tomado sus palabras como una broma?... Peor ¿Era ese el motivo por el que Mie Méi le había dicho que no podía corresponder a sus sentimientos?

¡Amiga! ¿Podía seguir llamándola así?

Abrió los ojos, no importaba si los mantenía cerrados o abiertos solo podía pensar en aquella figura. Tan blanca, tan delgada, tan pura y ese sedosos cabello cubriendo hasta la cintura que se deslizaba por la piel de la espalda.

« Pero es un hombre... ¿Por qué estoy pensando en eso?»

— ¿A- Xuan, que hacés tan tarde aquí? — Preguntó el maestro al entrar en el pequeño santuario.

La Verdadera Línea Del Destino. Where stories live. Discover now