10. Los años pasan...

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~Los años pasan, la vida sigue.
Los vivos mueren, los muertos olvidan y los Dioses callan.~

Hua Cheng sonreía.
Él observaba como su joven pupilo copiaba casi a la perfección cada sinograma de un antiguo pergamino.

Los trazos eran elegantes y firmes. La caligrafía era de calidad, superando con creces el trabajo del maestro.

Una vez que Shi Qing Xuan terminaba alguna palabra, buscaba la aprobación del mayor. El Rey solo inclinaba la cabeza sin borrar su habitual sonrisa.

Algunos sirvientes miraban la escena conmovidos, dando sus propias razones del porqué el joven maestro había tomado a Feng bajo su tutela.

Unos creían que el niño era descendiente de sangre del señor Hua Cheng, otros decían que era el hijo de una mujer de la cual el Rey se había enamorado. Y así cada quien tenía un motivo distinto en el que creía firmemente y defendía como una verdad absoluta.

Durante los eventos de la Ciudad Fantasma, Feng se sentaba aun lado de Hua Cheng con una sonrisa. Los visitantes observaban a lo lejos a esa pequeña creatura e imaginaban que aquel niño era el adorable niño pequeño de un noble.

Nunca, ni en sus más descabellados pensamientos, creería que ese pequeño había matado, desmembrado y tragado a cinco de los peores demonios de la ciudad fantasma.

Claro que ese niño no había ido directamente en buscar cometer tal crimen. Si es que se le puede llamar crimen a librar al mundo de los vivos y muertos de tales escorias.

Sí bien Shi Qing Xuan hizo tan grotesca acción, no fue porque él lo hubiera deseado, tan solo se había defendido.
Su propia existencia se había visto amenazada.

Una semanas después de haber llegado a casa de hombre al que ahora llamaba hermano, se había escabullido para dar una vuelta en la ciudad fantasma. Los ruidos constantes y las luces siempre encendidas habían llamado la atención del niño desde que había puesto su pie en aquel lugar. Y al ver la oportunidad salió a mirar todo de cercas.

Caminó sin rumbo por las atestadas calles, mirando con sus ingenuos ojos llenos de curiosidad todo cuanto se ponía frente a ellos y fue en ese momento que no supo como su andar lo llevo hasta el barrio más peligroso de aquel sitio. Alguien al ver al pequeño tuvo la grandiosa idea de atraparlo y venderlo. Un niño humano, tan tierno y apetitoso traería consigo una buena paga.

Así pues los demonios lo acorralaron. Cuando Hua Cheng lo encontró solo vio al jovencito sonriendo tiernamente, sentado al pie de una larga escalinata, con la boca tintada de brillante rojo y los restos de aquellos infames, esparcidos por todos lados, como si alguien hubiera jugado a decorar el lugar con aquellos cuerpos.

En poco tiempo todos en la ciudad fantasma conocían la aterradora historia de como el recién llegado cazó, torturó y descuartizó a cinco desafortunados fantasmas que paseaban por la ciudad.

- Está palabra no la conozco, - dijo Shi Qing Xuan sin despegar la vista de su trabajo.

Hua Cheng miró con cuidado las líneas, - se lee Xiong, - dijo, - como en oso y en hermano.

El papel crujió bajo la presión del pincel. Una horrible mancha negra desfiguró la perfecta forma del sinograma.

- ¿Xiong? - Preguntó el niño.

La Verdadera Línea Del Destino. Where stories live. Discover now