Jodidamente feliz

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Jodidamente feliz.


6 de agosto, 2015.

Cator lindo —canturrea Halle señalando la ilustración del castor en el cuento.

—Sí, es un castor travieso apuesto —coincido pasando la página—. El señor Cas decidió que iría a la montaña en busca de su amiga la serpiente María, dándose cuenta que había actuado mal al pensar cosas malas de su amiga al ser una serpiente.

—Oh, no —reacciona Halle llevando una mano a su boca, rio.

Leerle cuentos a Halle es genial, porque su inocencia siempre me hace obtener las mejores de las reacciones, incluso si el cuento ya le ha sido leído muchas veces, ella siempre reacciona. Así que continúo leyendo el cuento, imitando las voces, mientras estamos acostados, ella en pijama y su cabeza recargada de mi brazo. Cené hoy en casa de mi hermano y no tuve objeción en encargarme de leerle un cuento para dormir a la pequeña.

Ella ríe cuando hago las voces y señala lo linda que son las ilustraciones. Le digo lo genial que es que su mami sea la creadora de sus cuentos favoritos y ella dice "nani es linda". Tal vez esa sea la razón por la que cuando termino de leer el cuento ella sigue despierta y moviendo sus pies de una manera tierna mientras me mira.

— ¿Más? —Me pregunta.

Decido hacer trampa y comienzo a jugar con su cabello, sabiendo que eso lo adormilará y en efecto sus ojos comienzan a hacerse más pequeños.

—Ti amu —murmura en medio de un bostezo.

—Yo te amo más, pequeña. Así que cuando crezcas seré un tío fastidioso espantando a los chicos y asustándolo.

— ¿Shi?

—Sí, cariño. ¿Cuántos años ya tiene la bonita Halle?

Ashi —Me muestra tres de sus dedos.

—Oh, mi sobrina es muy inteligente —Beso su frente.

—Tío canta a mí —pide.

Aclaro mi garganta y comienzo a tararearle una nana mientras juego con su cabello, voy viendo cómo poco a poco sus ojos se van haciendo más pequeños hasta cerrarse. Su pequeña boca está abierta y hay un poco de baba alrededor, pero es linda. Beso de nuevo su frente y la acomodo para que esté a gusto. Me pongo de pie y la cubro con la sábana.

—Ten dulces sueños, cariño —susurro apagando las luces.

Salgo de la habitación y mi sobrino se paraliza encontrándome en el pasillo, enarco una ceja hacia él. Sus ojos están muy abiertos, una señal de que lo agarré en medio de alguna travesura. Camino hasta él y me agacho para estar a su altura.

—Confiesa ahora, pequeña bestia. ¿Qué has hecho?

Pero sé la respuesta porque hay evidencia achocolatada en la comisura de su boca. El amor por el chocolate nunca muere en esta casa.

—Comí un poquito, muy poquito de chocolate. Poquito, tío rojo.

— ¿Así de poquito? —Con mi índice y pulgar hago una medida mínima y el asiente con entusiasmo.

—Así.

—Y tu nani ya te había hecho cepillar tus dientes, tu papi te había acostado para dormir...Uhmm, no creo que esto les haga gracia, pero fue poquito —Finjo pensar— y además no lo volverás a hacer, ¿Verdad?

—No, no lo haré.

—Siendo así, creo que tu tío Rojo podría guardar el secreto y llevarte a cepillar tus dientes de nuevo.

Escenas extras de La D no es por DexterWhere stories live. Discover now