Escenas extras de La D no es por Dexter

Su final esperado

Su final esperado.

17 de octubre, 2015.

Oficialmente veintinueve años siendo parte de este mundo, parece jodidamente increíble ver hasta dónde he llegado.

Hace unos años fui un niño dejado en una casa hogar. Uno asustado, con un futuro incierto y miedo a no ser suficiente para nadie. Hoy es ese niño el que hace música con sus hermanos, que tiene una familia más grande de la que hubiese esperado. Un niño que si bien ha cometido infinitos errores, ninguno de ellos ha sido irremediable.

Es el mismo niño que tras cada caída se levantó, que aprendió a no temer sobre su nueva familia, que se atrevió a confiar en dos adultos que le aseguraron serían su familia para siempre. El niño cómplice de un hermano que se creía cirujano, el que cuidó de su nueva hermanita, él que tuvo un ángel cómo nueva mamá y un papá paciente que siempre le enseñó a ser agradecido y dar lo mejor de sí mismo.

El niño con una adolescencia hormonal y algunos corazones rotos, el que resultó ser un matemático de corazón y más tarde, gracias a su hermano, conocería su sueño: estar en un escenario haciendo música con los que serían sus mejores amigos.

Es el niño que se tropezó en el amor, falló y lo volvió a intentar.

Es el niño que hoy es un adulto con una familia enorme y maravillosa, una novia increíble que lo enamora cada día más y una hermosa niña que lo llama "papi". Tal cómo lo veo, ese niño asustado y sin horizonte lo hizo bien y hoy a sus veintinueve años puede malditamente sonreír y gritar: ¡Jodí a la vida!

Y en mi cumpleaños número veintinueve, la vida luego de muchas veces haber sido una perra conmigo, ha decidido darme el mejor regalo de mi puta vida: Oficialmente el apellido de Skylie es Jefferson. Oficialmente ella es mi hija.

La cargo y ella se aferra a mi cuello, sus mejillas están muy sonrojadas por toda la atención. Es mi cumpleaños, pero preferí hacer una fiesta en honor a mi hija Skylie Jefferson. Mi familia y amigos se encuentran aquí, celebrando junto a nosotros.

Éramos demasiadas personas para hacerlo en mi casa así que cómo casi siempre, nos encontramos en la casa de mis padres, quienes nunca ponen peros para llevar a cabo celebraciones.

—Siempre me he considerado una persona afortunada. Hace aproximadamente veinticuatro años, dos ángeles vinieron a mi vida cuando más lo necesitaba. Quizá ese fue el día en que mi buena fortuna comenzó —Miro a mis padres—. Creo que no hay put... —Me callo, de acuerdo, no malas palabras, hay muchos niños presentes—. De acuerdo, volveré a empezar. ¿Qué no debo decir, pequeña bestia?

— ¡Malas palabras! —responde mi sobrino señalándome—. No malas palabras, tío Rojo.

— ¡Tetas! Muchas...

—Shh, calla —April reprende a Nathan y le da una mirada que parece el pequeño entiende.

—Creo que no hay ni un solo día en el que no me sienta agradecido por Hannah y Carter Jefferson, sin ellos no estaría aquí, ellos me dieron mi segunda oportunidad, ellos creyeron en mí cuando me dieron la bienvenida en su hermosa familia que hoy, bendito sea todo, puedo llamar mía —Les sonrío, mamá derrama una lágrima y papá pasa un brazo por sobre su hombro mientras me sonríe—. Sé que no he sido un hijo perfecto y vamos a admitir que nunca lo seré, pero ¿Lo perfecto está sobrevalorado, verdad?

—Sí, mi vida —dice mamá riendo.

Siento mis propios ojos humedecerse y un nudo en mi garganta. Debería decirle más seguido a mis padres lo mucho que los amo y cuando les agradezco por la vida que me han dado. Otra cosa que agradezco es que Skylie no sea pesada, de esa manera mi brazo no muere mientras la sostengo.