XII

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A Sherlock Holmes parecía no extrañarle el clima perfecto que Tadfield tenía, era el primer verano después de un par de décadas en que el clima parecía ser el correspondiente a dicha época, el follaje se agitaba y una llovizna ligera caía, no fue impedimento para el detective, llevaba ya diez minutos vagabundeando a través de las calles empedradas del pueblo. Iba solo, la juventud de John Watson parecía ser arrebatada por la energía de su hija y ambos dormían plácidamente la última vez que los había visto, aproximadamente una hora atrás; al igual que la mayoría de las personas esa madrugada. Él, continuaba a menudo con sus problemas de insomnio, aunque sin reconocerlo sabía que esta vez, dichos problemas se debían a la oscuridad en medio de la que se hallaba respecto al caso que le hacía pensar si realmente era importante, o si por primera vez en su carrera estaba siguiendo una pista equivocada de un caso trivial que erróneamente había seleccionado.

El hilo de sus pensamientos lo había hecho desviarse de manera inconsciente de la avenida principal y adentrarse en la penumbra del bosque, la cual se intensificaba debido a la densidad de árboles que en él habitaban y la escasez de luces artificiales. 

Llenaba con agrado sus pulmones de aire fresco, inyectado del aroma del petricor, regalo de la lluvia que se intensificaba más, y habría seguido de dicha manera, disfrutando de la sensación de encuentro consigo mismo si tan solo un relámpago que partió el cielo nocturno, no le hubiese permitido observar a una figura refugiándose en un árbol próximo, no estaba solo. 

- Hola- el detective saludó cuando estuvo junto a la sombra que había llamado su atención, deduciendo ahora que era una chica, debido a la dulzura de su perfume. Debió haberlo sabido mucho antes de haber caminado con sigilo hasta dicho árbol, pero ciertamente, se sentía distinto en ese lugar, la atmósfera era tan diferente a Londres o cualquiera otra en la que hubiera estado, sentía que sus poderes deductivos sucumbían ante su bruma.- ¿sabes lo peligroso que es refugiarse bajo un árbol durante una tormenta? En especial si es eléctrica.

La chica se asustó, y dio un pequeño saltito sin moverse de su lugar, estaba empapada y se aferraba a sus pertenencias envueltas en una bolsa de tela junto a su pecho, observaba al hombre con la luz proveniente de los ocasionales rayos que recortaban su figura ante el cielo debido a su gran altura. 

- Lo sé- respondió al fin, pero era tarde cuando la lluvia había comenzado a caer y no podía permitir que sus cosas se empaparan, eran importantes. 

- Déjame llevarlas- Sherlock sonrió, ofreciendo el cálido y seco interior de su abrigo al escuchar la pequeña historia, la cual le pareció un poco tierna. La chica había dudado un instante, no era bueno seguir a desconocidos, pero su sonrisa la había hecho entrar en confianza y aceptado su oferta. Sherlock la había hecho correr entre los árboles y ahora estaban de vuelta en el camino empedrado mientras la luz del día comenzaba a aparecer por el horizonte, dejando paso a la neblina que se arrastraba e impedía ver el camino. 

- ¿Y qué hacías tú en medio de la tormenta en el bosque? Tú ya sabes mis motivos

- Parece que...- Sherlock dudó en decirlo en voz alta, sentía un poco de pena al admitirlo- estaba teniendo un momento de introspección y me distraje. 

- No eres de aquí, ¿verdad?

Sherlock sonrió una vez más, extraño siendo quien era. 

- Soy Sherlock Holmes, de Londres. Y deduzco que tampoco eres de aquí, aunque llevas un par de años viviendo en el pueblo.

- Anathema Device, nací en Estados Unidos-concedió la chica aunque no expresó su sorpresa más allá de su sonrisa y ojos iluminados.- ¿Qué haces en Tadfield?

 El detective eligió con cuidado sus palabras. 

- Es debido a trabajo, mi amigo tiene un blog- Anathema frunció el ceño, Tadfield no parecía mostrar el ambiente para trabajar a menos de que fueras una bruja, un cazabrujas, un anticristo, un ángel o un demonio, pero guardó el pensamiento para sí, aunque el hombre pudo notar su gesto de incredulidad, ya que la luz del día ahora se lo permitía y quizás era el momento de ver si su compañía tenía alguna utilidad - Conoces a algunos de los chicos de la región, supongo.

Anathema asintió, y se preguntaba que podría estar buscando en los chicos de Tadfield. 

- No espero que conozcas a Adam Young. 

- Él es un buen chico.

- Lo conoces- Sherlock sonrió una vez más, pero esta era una sonrisa que hizo que los vellos de los brazos de la chica se erizaran. - ¿Sabes algo sobre su nacimiento? Aunque supongo que no vivías aquí cuando eso sucedió. ¿Sabes si alguien lo ha buscado?

La bruja retrocedió ante el hombre, comenzaba a darle miedo. 

- Oh, no. No busco lastimarlo, obviamente. Soy detective y es un pequeño caso que estoy seguro no vale la pena. Supongo que no sabes nada, entonces. 

- No, nada. Lo siento. Podrías preguntaselo  a él mismo- se detuvieron pues habían llegado al Jasmine cottage. Sherlock suspiró, sabía que le ocultaba algo por la manera en que lo miraba de pronto. 

Sherlock la miró de la misma forma y al fin pudo ver su profesión en letras borrosas, parecía que ese lugar le hacía perder su intelecto, lo había hecho todo mal. «Oculista», no, no parecía un médico... ¡Oh claro! «ocultista»

- Por favor, si recuerdas algo, déjamelo saber. - se dio la vuelta una vez más para mirarla- si alguna vez vas a Londres, no les hagas saber tu profesión, podrían organizar una nueva inquisición. Buenos días. 

Anathema abrió los ojos con sorpresa y miró al hombre con detenimiento a contra luz, y supo de inmediato que esto causaría problemas. 

-

- ¡Anathema!  Debes ir con ella, ¿me entiendes?- Crowley (o lo que quedaba de él) gritó con la mayor fuerza que pudo al reconocer a la bruja mientras Sherlock la miraba también, pero este no lo escuchaba- ¡Por Satán, hazlo!

Sherlock se había acercado a ella, aunque no estaba seguro de que hubiera sido gracias a su súplica, y muy en el fondo esperaba que no hubiese sido a su causa. 

Deducciones Y PresagiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora