Capítulo 8: Confesión

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Alex va en la bicicleta a toda mecha por el pueblo. Detrás suya, agarrada de su cintura, va su novia Lucy.

- Te dije que dejaras los deberes para más tarde.

- ¡Eso ya lo sé! ¡Y tú también tienes parte de la culpa por haber estado jugando a videojuegos después de haber terminado de comer sabiendo que hoy teníamos que venir!

- Alex. ¿Qué estás haciendo?

- ¡Agárrate bien fuerte, voy a cambiar de marcha: cambio a las 6 – 6!

- ¿Eh?

Sin desacelerar, el joven giró bruscamente el manillar como si diera un volantazo, inclinó el eje de gravedad de la bicicleta de montaña levemente hacia su derecha y se dirigió en línea recta hacia el bordillo de la acera.

- Alex. Es peligroso. Detente.

- ¡He hecho esto muchas veces, tranquila! ¡Aaah!

La rueda delantera impactó contra el borde de hormigón y se meció peligrosamente hacia adelante, amenazando con derribar a los dos ocupantes, pero él ejerciendo fuerza a modo de contrapeso logró redirigir toda esa fuerza y transformarla en movimiento hacia atrás; el vehículo de dos ruedas se balanceó y la rueda de atrás hizo un efecto muelle, de manera que botaron. La bicicleta botó y mientras estaban suspendidos en el aire, Alejandro manipuló los engranajes de las marchas haciendo girar las ruletas presentes en el manillar.

- Alucinante.

- ¡Se va rápido, ¿eh?!

Y metiéndose en el carril bici, la velocidad aumentó aún más a causa del liso asfalto del camino.

- ¡Normalmente esta combinación de marchas es para cuestas, pero empleadas en llano aumenta muchísimo la velocidad! ¡Lo malo es que la fuerza que se ha de ejercer con las piernas es mucha!

- Apenas se te oye con el viento, pero bueno.

- ¿Oyes eso?

- ¿El qué, Sylvie?

- ¡A un lado!

La albina empujó al donjuán y vieron pasar una estela roja y negra.

- ¡¿Alex?! Otra vez usando esa marcha, ¿eh? Joder, a este paso matará a alguien.

- Esa bicicleta de montaña está trucada, es capaz de alcanzar los 60 km/h. Un golpe de esa categoría puede matar a alguien, no va en broma.

- Te has columpiado pero bien. - replicó el ligón. - Alex ni de coña pasa de los 20 km/h. A lo mucho habrá pasado a casi 25 km/h, tonta. Es una bicicleta de montaña, y no es un profesional ni en sueños.

- Al menos admite que por poco no te manda a volar al hospital, de nuevo.

- Um... Sí, ya van varias veces que casi me atropella.

* * *

- ¿...Cerrado... por asuntos personales...? ...Tanto hemos corrido, ¿para nada?

Lucía Cotte sacó de su bolsillo del pantalón su teléfono móvil. Había un mensaje no leído.

- Mmm... El "apuñalador" al parecer atacó a su hijo y la novia de este anoche. Están en el hospital. Se encuentran fuera de peligro.

- ¿Eh? ¿A ver? - saca su móvil. - Sí, yo también lo he recibido. Hace 10 minutos. Antes de salir escopeteados de casa... Tsk. Maldición. Podría haber avisado con más antelación.

- Antes vi a Sylvia y Frank. ¿Vamos con ellos?

- Ok. De paso, llamaré a Lily y así estamos todos.

LucyWhere stories live. Discover now