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Mi vida está llena de momentos de total mierda, pero ese almuerzo no sabría cómo describirlo porque fue un rotundo momento de incomodidad

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Mi vida está llena de momentos de total mierda, pero ese almuerzo no sabría cómo describirlo porque fue un rotundo momento de incomodidad. Tan fuerte que ya han pasado algunas horas y la plática aún me atormenta. Como el dolor de una quemada, a pesar que transcurran los días, sigue ardiendo intensamente.

—¿Tan duro fue el comentario? —Pregunta Aanni tomando un puesto en la cama junto a mí.

Ya le conté todo lo que paso y ella quedo igual que yo en ese momento. Completamente sin palabras.

—Disculpa la expresión, pero fue una patada directa en los testículos —respondo tajante.

Se le escapa una estruendosa carcajada. Que se detiene al yo fulminarla con la mirada.

—Lo siento, me pondré seria —Ella parpadead varias veces y se recuesta poniendo toda su atención en el techo. Parece estar pensando.

Se está volviendo cotidiano estas visitas a la habitación de Aanni. Podemos pasar horas y horas hablando de cualquier tontería, sin prestarle atención a lo que suceda en el exterior. Este podría ser el lugar donde escapamos de la realidad.

Es en la tercera planta y debo admitir que es muy distinta a la mía. Iniciando porque está mucho más ordenada. Tiene los mismos muebles, solo que acomodados como a ella le gusta, las sillas más cerca del balcón y la cama en frente del ventanal. También le dio un cambio radical al color de las paredes a un tono naranjita.

Su compañera de piso es Nisch. Según lo que me ha contado la morena su relación de amistad es rara. Digamos que son amigas que no pueden entablar más de un minuto de conversación porque terminarían en una fuerte discusión.

—¿No crees que estas exagerando? —continua ella volviendo a la realidad.

Tomo aliento y la voz en mi interior me hace la misma pregunta «¿No crees que estas exagerando?». Eso enciende el demonio que llevo dentro.

—¡Pues claro que no estoy exagerando! —Alzo un poco la voz—, apenas me está conociendo y va a decir que tengo poca autoestima. Completo Imbécil. Debí darle un puñetazo.

Dejo salir toda la rabia con ese comentario, ella se asombra y suelta una fuerte risa.

—Hubieses terminado grave en el hospital —comenta entre risas—, pero puede que tenga razón —las últimas palabras su cálida voz se vuelve fría, me cae como un balde de agua helada, pero sirve para dejar claro que lo dice en serio. Confío en que ella no me mentiría.

—Yo estoy bien conmigo —resoplo y me estrujo el rostro con ambas manos.

Sé que soy tímido, y obviamente conozco que no soy el chico más seguro en este mundo, pero tampoco ando acomplejado de mi personalidad o mi cuerpo.

—¿Lo diría en otro sentido? —pregunta y mi mente comienza a descartar posibilidades. Hasta llegar a la que hace más ruido en mi interior.

¿¡Dudaría de mi sexualidad!? —grito y siento como algo en mi interior se retuerce de lo imaginarlo.

Superficial LoveWhere stories live. Discover now