Allen es un chico tímido y lleno de inseguridades. Por el férreo control de su familia y con el deseo de escapar de su pasado, a los dieciocho años acomoda sus maletas y se embarca en busca de su libertad.
Recién llegado intenta no llamar la atenció...
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Ahora... ¿Qué debo hacer?
Seguro me escribió para decirme que no quiere ser más mi amigo por pensar que soy gay. Es lo más probable que pase. Su actitud de hace un rato me lo confirmó. O ¿para qué más quería irme a buscar? ¿por el trabajo? No lo creo.
Ya se me quitaron las ganas de seguir leyendo y también de ir a la invitación de Eln, ni siquiera quiero bajar a cenar.
«Vamos Allen, solo estas exagerando, seguro solo quiere hablar o reunirse para investigar sobre el trabajo» habla mi voz interna y me calma un poco.
—Sigo sin creerlo —hablo en voz alta.
«En ese caso, continúa torturándonos creyendo lo peor» culmina la vocecita y me deja solo, recayendo en mis pensamientos.
Mi celular suena, dejo de pensar y me quedo mirándolo mientras la primera llamada culmina. Cinco minutos después lo escucho sonar nuevamente, y una tercera vez, está si termino tomándolo deprisa. Si alguien llama con tanta intensidad de seguro es importante.
NÚMERO DESCONOCIDO
Es un número extranjero, por lo que no deseo contestar. Tengo mis dudas. Lo más seguro es que sea Aus Y quiera arruinar todo... Aunque cabe la poca posibilidad que sea alguna otra persona, podría ser alguien más importante.
No puedo contener mis ansias y contesto.
—Muchacho ¿Por qué no nos has llamado? —escucho la voz de Aus al otro lado.
«Maldición» digo para mis adentros «Allen eres un tonto, ¿Qué persona del extranjero podría llamarte?». Lo sabía, encontrarían la manera de localizarme para hacerme regresar. Solo que jamás volveré. Así tenga que dejar todo aquí y huir a otro lugar.
—¿Dónde estás? —pregunta en tono iracundo.
«Lo más lejos posible de ustedes» habla la vocecita en mi cabeza.
—Te deje escrito en la carta que me iría —le recuerdo.
Del otro lado se oye una respiración profunda. La conozco tan bien que se porque lo hace, está aguantando la rabia. Aguantando las ganas de soltar su veneno.
—Creí que era uno de tus juegos estúpidos... —queda en silencio y solo escucho su transpiración.
—¿No puedes aceptar y estar conforme con mi decisión por primera vez en la vida? —chillo.
Se oye un leve chirrido, luego a Aus como si estuviera forcejeando y un golpe.
—Será mejor que vuelvas a casa. ¡¡¡Enseguida!!! —interviene mi abuela gritando. Imagino que le ha arrebatado el celular.
Odio cuando se pone de este modo, cree que por subir la voz le hare caso inmediatamente, cuando lo único que ocasiona es que me hierva la sangre.
—¡Ya soy mayor! No puedes controlarme más... —me doy cuenta que estoy subiendo demasiado la voz, por lo que la aclaro y continuo más tranquilo— Devuélvele el teléfono a Aus.
