15. Bucky

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Observaba al rubio como si de un fantasma se tratase, por un momento creyó que era una mala jugada de su mente o que sus superiores estaban volviendo a "limpiar" su cerebro de recuerdos inútiles, pero no, su olfato no mentiría, ese aroma de vainilla y miel con un toque de menta. Era él... Sin lugar a duda, no era un fantasma era el mismísimo Steve Rogers, su gran amigo.

Corrió. La atrapó entre sus brazos tan fuerte que por un momento pensó que lo había lastimado, mas su pequeño Steve no se quejo.

¿Pequeño? No, ahora era más alto que él, su aroma a menta le recordó el experimento, su dulce Steve ya no era un débil Omega, era un poderoso alfa, el gran capitán América.

Cierto, ya no había guerra, él había sobrevivido a la caída del tren, Hydra jugo con su mente hasta hacerlo su perro leal. Él... Él peleó contra Steve, lo lastimó. Entonces porqué... ¿Por qué Steve lo abrazaba con cariño?, ¿por qué limpiaba sus lágrimas?, ¿por qué lloraba también?

— S-Steve...— se le escapó un suspiro con el nombre de su amigo.

— Tranquilo...— acunó la cabeza del castaño entre sus manos mientras sus pulgares limpiaban las últimas lágrimas que soltaba.

El abrazo se hizo más apretado cuando Bucky ocultó su rostro en el cuello del rubio, aspirando hasta encontrar su aroma Omega, esa fragancia de vainilla que siempre le trajo paz.

El suave toque dulzón del aroma a miel le advirtió sobre la condición de su amigo, sería tío.
Lentamente, la distancia entre ellos volvió a la medida de un solo paso, él seguía atónito, mientras el rubio le regalaba otra de esas sonrisas que pensó no volvería a ver jamás.

— ¿Cómo estás?

— Bastante confundido— admitió bajando la mirada— no puedo creer que esto esté pasando.

— Creí que te había perdido...— Steve tomo el brazo del alfa- ven conmigo.

— no— pidió exaltando un poco al más alto— quiero quedarme aquí un poco más, siento que no estoy listo para conocer lo que hay más allá de esa puerta.

— Bien—  Steve entendía, el sintió lo mismo la primera vez que vio el mundo moderno, se sintió perdido, abrumado, se sintió insignificante. Todo lo que conocía era historia, sus amigos se habían ido, y le costó adaptarse a las nuevas tecnologías, el nuevo estilo de vida, pero con el apoyo de SHIELD, y la formación de los vengadores logró salir adelante, ya no se sentía perdido y él se encargaría de enseñar a Bucky todo lo bueno de esa era.

Permanecieron en silencio por casi una hora, recordando cuando eran niños y estaban castigados por meterse a la cocina de la madre de Bucky y comerse el pastel recién horneado.

— Te acuerdas...— hablaron al mismo tiempo.

Rieron por ello.

— Recuerdas cuando nos comimos el pastel que mamá hizo para la cena— el castaño se animó a iniciar la conversación.

— Claro que sí, nos hubiéramos ahorrado el castigo si no hubieses dicho que no te arrepentirás de nada cuando tú madre nos descubrió— regaño el rubio con una sonrisa.

Estaban recostado en la cama del alfa de manera paralela mirando el techo.

— pero en verdad no me arrepentía, el pastel estaba delicioso.

— 70 años sin vernos y de lo presto que hablamos es de nuestras travesuras— giró su cuerpo para ver directamente a su amigo.

— Tampoco fueron muchas— sonrío el alfa— no sé, hay mucho de lo que podemos hablar pero eso fue lo primero que se me vino a la mente. Es un bonito recuerdo, tú, yo, el pastel...

¿Omega o Alfa?Where stories live. Discover now