No quiero

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—Hace días te noto extraña ¿Qué tienes?

—Nada, sólo he estado un poco cansada —sonrió levemente, mientras ambos cenaban.

—¿Seguro sólo es eso?

—Sí.

—Siempre sueles tener tú la iniciativa para hacer el amor... Y hace dos días no pasa nada.

—Sólo estoy cansada, Mil, empezar a trabajar cambió por completo mis horarios. Es hasta que me acostumbre ahora —sonrió.

Corine la había ayudado a conseguir un trabajo como secretaria por las mañana en el hospital. De ese modo, la joven morena no tenía que realizar ninguna tipo de trabajo forzado, que pudiese poner en riesgo su embarazo.

—La gata de un compañero anoche tuvo crías, si aún quieres, en unas semanas podríamos adoptar uno.

—Que lindo —fingió una sonrisa—. Si, me encantaría adoptar un gatito.

Él la miró a los ojos, y luego sonrió, antes de tomarla del rostro y besarla.

—Te amo.

***

—¿Hablaste con él ya?

—No, no puedo —le dijo en un tono nervioso, cubriéndose el rostro con ambas manos—. Lo tomará muy mal.

—Lili, tú quieres al bebé, en algún momento tendrás que decírselo. Y recién estás en el primer mes, pero cuando estés en los tres o cuatro, ya se comenzará a notar.

—Bueno, tengo unos tres meses para pensar como decírselo —pronunció sin quitarse las manos del rostro.

—Si quieres, podría hablar yo con él.

—No, Cori, no quiero meterte en nuestros problemas. Es algo que debemos solucionar ambos.

—Recuerda que todo lo que tú sientas, él también lo sentirá —le dijo la médica apoyando su mano en el vientre plano de su prima—. Y no estás sola, pase lo que pasé, Blaise y yo siempre estaremos ayudándote.

—Sí, lo sé. Intento estar tranquila, pero se me hace imposible cuando él está cerca. Ni siquiera quiero que me toque, o esté muy cerca, por miedo a qué pueda olerlo.

—Esto también terminará desgastando su relación, Lili, debes hablar con él.

***

Dos meses después

El alto azabache entró a su casa, cansado luego de su larga jornada laboral, y se fue directo a su habitación, dónde escuchó que su mujer se estaba bañando.

Sonrió y se quitó rápidamente la ropa, antes de entrar al baño de forma sigilosa, sin que Liliana pudiera notarlo, hasta que abrió la mampara de la ducha.

La morena se giró y lo miró asustada, cubriéndose el vientre.

—M-Millian.

—¿Qué ocurre? —sonrió divertido, tomándola del rostro para besarla—. Extraño mucho estar contigo, Lili.

—Y-Yo también, pero... Pero ahora me estaba bañando.

—Muchas veces lo hemos hecho en la ducha —pronunció antes de volver a besarla, recorriéndola con sus manos.

La sintió estremecerse al llegar a sus caderas, y la miró confundido.

—¿Qué pasa?

Ella lo miró a los ojos, sintiendo sus ojos cubrirse de lágrimas.

—H-Hay... Algo que no he p-podido decirte.

—¿Qué cosa? —inquirió frunciendo el ceño.

Ella bajó las manos de su pequeño vientre, y miró hacia abajo, sintiendo como las primeras lágrimas mojaban sus mejillas. Millian la observó confundido, mirando su panza.

¿Cuál era el problema? ¿Qué había aumentado un poco de peso?

—Estoy embarazada, Millian —sollozó.

—¿Qué? ¿Cómo que embarazada? —preguntó aturdido, antes de endurecer sus rasgos—. ¿Por qué lo hiciste? ¡Tú sabías muy bien que no quería esto!

—Yo no lo busqué —lloró angustiada—. No lo busqué, lo juro, me enteré hace unas semanas cuando no tuve mi periodo. Y no quería decírtelo, porque tenía miedo.

La miró con rabia y luego salió de la ducha, tomando una toalla. Liliana lo siguió por detrás, llorando.

—Millian.

—No quiero oírte, en verdad no quiero hacerlo.

—El bebé ya está, no podemos hacer nada —lloró intentando acercarse a él.

—¿Dónde está? ¡¿Dónde diablos está?!  —rugió asustándola—. Aún no has tenido nada ¡Y estoy seguro que eso es lo que estabas esperando!

—N-No, sólo estaba buscando v-valor para poder decírtelo —lloró angustiada—. Millian, yo no lo busqué, lo juro.

—¿De cuánto estás?

—¿Por qué me-?

—¡¿De cuánto?! —le gritó interrumpiéndola, haciéndola temblar.

—T-Tres m-meses.

Furioso, se fue hasta el armario de ella, y sacó un vestido, arrojándoselo en la cama.

—Quiero que te pongas eso —gruñó.

—¿P-Para qué?

—Nos vamos a la capital, tu prima no te lo va a quitar, pero en el centro de Kanat'ma sí.  Nos vamos en cinco minutos, así que vístete de una maldita vez —gruñó tomando su ropa también, para poder irse cuánto antes.

...

Es por eso... Qué a los kanatitas que vienen de las tribus más alejadas (Este, Norte), se les hace pasar por un periodo de "adaptación", para que estén aptos.

MillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora