34. Flashes de Amor.

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Me senté registrando el lugar por segunda vez, la ansiedad chispeaba en mi estómago y aproveche a que Jack había bajado por el delivery de la cena para liberar apropiadamente mis nervios sin tener sus ojos encima escaneandome.

Jugué con la servilleta de tela mientras que miraba el cielo, sonreí ante la preciosidad de aquellos puntos de luz.

Mi teléfono vibró en la mesa provocando un cosquilleo en la madera, en cuanto la pantalla se iluminó el nombre de Candace apareció en varios disparos.

Candace Hall:

¿Que tal vamos?

¿Ya te mostró su bodega secreta de vinos?

¿O sorpresivamente es dueño de un restaurante?

Sonreí a la pantalla por el humor tan peculiar de mi amiga, lo agarré sin dudar y comencé a tipear.

"Mucho mejor, creeme"

Le dí al send contagiada de su picardia.

De momento pensé si Cam sabía lo de la cita y que pensaría al respecto ante aquel hecho. Caí en la cuenta que hace días no hablaba tanto con él.

Dios, definitivamente necesitabamos una noche de las viejas para actualizarnos un poco.

Candace Hall:

Mierda, anda tirame una foto o algo :(

–Ya estoy –la voz de Jack hizo que apartara la vista del teléfono, y me levante automáticamente viendo que se acercaba con unas cuantas bolsas.-La promesa no cubría buffet así que la cena no será tan elegante como debería de ser.

Cogí una de ellas con curiosidad y supe al instante por el cartón cuadrangular que eran pizzas.

–Por mi esta excelente–sonreí con calidez sabiendo que para él aquel detalle había sido un punto en contra.

Pero para mí, lo simple valía mucho más.

–¿Beberemos? –pregunté con picardia al notar la botella de vino tinto que sujetaba en las manos.

Jack se incorporó en la mesa y lo seguí.

–Si creo, ¿o prefieres no beber?, mierda no pensé que mañana era lunes no debería de haber comprado el vino, que tonto–sus palabras se atropellaron entre sí y me quedé mirándolo atenta.

Estaba nervioso y se veía demasiado tierno de esa forma.

Sus ojos me miraban con atención.

–Solo decía, tranquilo que sí quiero beber, unas copas no nos harán nada–expresé con suavidad, él asintió lentamente algo ido.

Lo observé.

La camisa negra que llevaba puesta le quedaba extremadamente bien, destacando el azul de sus ojos que brillaban como de costumbre. En cuanto su cuerpo se acercaba al mío podía percibir que esta noche probablemente iba a perder el control y mis emociones chispeaban dentro mío.

Nos sentamos uno frente al otro y comenzamos a abrir las cajas con entusiasmo.

El hambre y el delicioso aroma que emanaban nos atacaron al instante.

Peperoni y Margarita.

¿Había sido planeado?

–Acertaste redondo con los sabores–comenté sin pensar, el me miró mientras que cortaba la masa.

Sonrió de lado.

–Ya te he dicho que te conozco bastante, ¿sigues dudando de mis capacidades? –contestó con picardia y algo en sus palabras me conmovieron de más, revoleé los ojos con dramatismo.

Soportando a Jack. Where stories live. Discover now