Problemas mentales

54 6 0
                                    

Faltaban tres horas para que la pelea de Ruki diera comienzo, después del enfrentamiento de Aoi las peleas se llevaban a cabo en dos por día, aquel era el tercer día del torneo y el pelinegro no podía evitar sentirse intranquilo, no era que no confiara en la capacidad de su amigo para ganar, al contrario, era aquello lo que lo ponía incómodo, en el fondo no quería que nadie notara tan rápido el psicópata que en realidad Ruki era.

Así que aprovechando ese tiempo libre en el que estaban acostados en el jardín, que habían convertido como su lugar de descanso predilecto, decidió hablarle. Estaban los dos sobre el pasto, observando las grandes nubes blancas arremolinarse en el cielo azul, no había probabilidad de lluvia aunque en los últimos dos días había caído una ligera llovizna que había enfriado el lugar haciendo sentir que estaban en invierno entre esos muros helados de piedra.

—Tienes problemas mentales —dijo finalmente Aoi armándose de valor para tener una conversación medianamente seria con su amigo.

—Gracias, yo también te quiero —respondió el rubio sin darle mucha importancia, como siempre. Con Ruki nada se podía tomar en serio, siempre le huía a ese tipo de pláticas, odiaba que la gente se tomara en serio la vida o siquiera se atreviera a hablar de sus sentimientos o cuestiones profundas.

—Hablo en serio —Aoi se recargó en su codo y miró a Ruki con fastidio.

—Yo también, de verdad te quiero —se acomodó mejor cerrando los ojos.

—Ruki...

El mencionado abrió los ojos y lo miró con expresión de hartazgo, iba a escucharlo pero no necesariamente le prestaría atención—. ¿Qué te preocupa Aoi? Mis problemas mentales nunca han sido tema de conversación, es decir, sabemos que están ahí, pero nunca hacemos nada al respecto —dijo alzando un ceja.

Aoi suspiró sintiéndose derrotado desde el comienzo—. Te quiero pedir un favor —dijo un poco inseguro.

Podía decir sin ningún problema que Ruki era su mejor amigo, a pesar de que nunca hablaban de su pasado, de hecho, cuando lo pensaba, Aoi no sabía absolutamente nada acerca del rubio, al menos nada que hubiera pasado antes de conocerse. Lo mismo con él, nunca le había contado nada, únicamente su obsesión por matar a Yoshiki y ganar el torneo, no le había hablado del asesinato de su novia y mucho menos de su familia. Era un acuerdo implícito entre ambos, como si la sola mención de su pasado pudiera desmoronar aquel castillo de naipes que los dos habían formado para evadir su realidad

—¿Podrías no retar a nadie a muerte? —dijo con seriedad.

Ruki arrugó la nariz y asomó una pequeña sonrisa cínica—. ¿No confías en mi? —dijo sin mucha seriedad.

—No confío en tu juicio. Sé que eres capaz de retar a todos tus contrincantes a muerte por diversión —se llevo el dedo a la sien—. Ya sabes, tus problemas mentales —sonrió de lado.

El mercenario rubio suspiró mirando nuevamente hacia el cielo—. Temes que convierta el torneo en una masacre —se burló—. ¿De cuándo acá te importan las vidas de las demás personas?

Aoi negó—. No quiero que tengamos que matarnos el uno al otro, al final —dijo con seriedad.

—Realmente asumes que nosotros dos llegaremos al final —trató de ocultar que se sentía sumamente halagado. Para Ruki nunca había pasado inadvertida la forma en la que Aoi peleaba, recién lo conoció no era un gran contrincante, pero su agilidad y la manera en la que su cuerpo se acostumbraba al entrenamiento, no era normal. Poco después de seis meses de conocerlo, el peligro lo había sobrepasado por mucho, no que fuera algo que estuviera dispuesto a admitir, pero sabía que aunque nunca habían hablado de su pasado, había algo en la familia de Aoi que lo hacía sumamente especial. Lo había comprobado cuando todos en Guren actuaban como si su amigo fuera la realeza, para él no era importante, pero sí era curioso.

The True Murderous Intent [The Gazette]Where stories live. Discover now