Pelea de fuego

58 3 5
                                    

Tora cayó al piso por el golpe, había sido bastante duro. Le estaba dando una paliza y no podía defenderse apropiadamente, ellos eran mucho mayores que él y mucho más fuertes. Trató de levantarse pero no pudo, las piernas le dolían horrores, sintió otro golpe aproximarse y logró rodar por el suelo para esquivar el pie que se avecinaba hacia su hombro. Alcanzó a escuchar las risas de sus contrincantes que lo dejaron en paz por un momento.

—Lo único que este chiquillo tiene es que es rápido —dijo uno de ellos antes de que salieran de la sala de entrenamientos.

Se quedó en piso respirando agitadamente, más que asustado se sentía molesto. Llevaba dos meses en ese lugar y no lograba acostumbrarse, sobre todas las cosas extrañaba a su hermanito; la angustia de no saber donde se encontraba, si estaba bien, si le había pasado algo. Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos de su cabeza, de nada le servía llenarse de pensamientos negativos, así nunca saldría de ahí para buscar a su hermano.

Debía reconocer que no era fácil para un niño recibir palizas como aquella todo el tiempo, bajo el pretexto de estar entrenando. Eso le había dicho Yoshiki, su ahora jefe, para pagar la deuda de sus padres trabajaría para él; incluso se la pasaba diciendo que debería de agradecer su bondad por ofrecerle un techo y un entrenamiento, sus músculos opinaban otra cosa.

—¿Estás bien? —Una voz familiar se acercó a él, había permanecido boca abajo en el suelo tratando de acompasar su respiración—. Esta vez no fueron tan duros —dijo como consuelo y lo ayudó a sentarse.

Tora suspiró echando la cabeza hacia atrás—. Me van a matar —contestó un poco asustado.

El otro negó rápidamente—. Yo llevo dos años aquí y nunca han intentado matarme, nos están entrenando, es obvio que deben de ser duros —le puso la mano sobre el hombro a manera de consuelo.

—No sé que haría sin ti Reita, eres mi único amigo aquí —le sonrió—. Aunque no entiendo porque no te has rebelado o tratado de escapar —frunció el ceño y tomó agua de la botella que el pequeño niño le ofrecía.

El mencionado volvió a negar—. A diferencia de ti Shinji, —sonrió al escuchar que lo llamaba por su verdadero nombre, desde que había llegado al lugar se lo habían cambiado. Le había pedido a Reita que lo llamara por su nombre para no olvidar que tenía que salir de ahí algún día y buscar a Yutaka—. Yo no tengo nada fuera de estas paredes. No tengo hermanos que me esperen, ni siquiera una familia. Mis padres me abandonaron apenas nací en las calles, lo único cercano que tuve a una familia eran los señores que nos obligaban a mi y a unos cuantos mas a robar, ni siquiera nos trataban bien, nos pegaban cada que podían y no nos daban a veces de comer —explicó un poco incómodo —. Fue el señor Yoshiki el que me rescató de esa horrible vida, me salvó la vida una noche que dos policías me perseguían por haberle robado el bolso a una señora. Casi me atropella un carro, pues crucé la calle sin fijarme, él me quitó del camino. Incluso habló con la policía, me acogió en su casa y además me entrena para ser mas fuerte. Jamás escaparía —dijo sonriendo.

Tora torció la boca, si lo explicaban así, el tal Yoshiki era un santo. Sin embargo él no podía olvidar el hecho de que había sido el mismo hombre quien había asesinado a sus padres y lo había separado de su hermano menor; tenía que escapar sí o sí.

—Niños —una mujer rubia, de ojos azules se asomó por la puerta. Sonreía ligeramente como siempre que lo hacía, Tora pensaba que no era capaz de sonreír más; siempre parecía triste a pesar de ser muy amable con todos—. ¿No van a comer? —Les preguntó acercándose, vestía un kimono de color azul para resaltar sus ojos, era extraño verla vestida de esa forma tomando en cuenta que la mujer era extranjera. Ambos niños se levantaron enseguida haciendo una pronunciada reverencia, la mujer negó riendo ligeramente—. ¿Cuántas veces les tengo que decir que no hagan eso? No soy su jefa, ni nada parecido —les acarició a ambos las mejillas.

The True Murderous Intent [The Gazette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora