Antes de enamorarse

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Las mañanas se estaban volviendo rutinarias en esa enorme mansión: despertar, entrenar, desayunar, vagar, tal vez volver a entrenar, comer, volver a vagar, socializar, si se podía, cenar y dormir. Ya habían caras conocidas y caras familiares, unos cuántos saludos de amistad y unos cuántos de respeto. A pesar de que ya había algunos peleadores descalificados del torneo, aun algunos permanecían por simple curiosidad. Sin mencionar a los que estaban únicamente como espectadores, gente que pagaba grandes cantidades de dinero para poder presenciar el torneo.

En pocas palabras, el lugar siempre estaba lleno de personas, cada una con su propia historia y tipo de pelea, tal vez algún periodista con un entusiasmo por algún peleador. Y sobretodo, las grandes apuestas alrededor de todo el torneo, algunas veces Aoi sentía que lo observaban detenidamente, como si fuera una pieza rara en un museo antiguo. Sin embargo, lejos de lo que se imaginó, se la estaba pasando bien en aquel lugar, no pasaba mucho tiempo solo y estar en compañía de sus amigos parecía aligerar su carga. Sin mencionar a Uruha, quien en poco tiempo se había metido en sus pensamientos.

—No sabe tan mal —la voz de Kai evitó que volviera a pensar en el hijo de su peor enemigo. El castaño oscuro tenía un pedazo de mango que masticaba lentamente con recelo. Los tres se encontraban en su mesa de siempre, desayunando.

—Te lo dije, nunca me haces caso —apuntó Ruki con expresión aburrida comiendo del mismo plato que el otro.

—¿En que otra cosa no te hice caso? —Preguntó Kai con expresión ofendida pero sin dejar de sonreír.

Ruki sonrió de lado—. Te dije que ganarías la pelea —siguió comiendo.

—No me dijiste eso, me dijiste...

Aoi giró los ojos entretenido—. Ustedes dos comienzan a sonar como pareja casada, ¿lo sabían? Espero al menos que estén cogiendo salvajemente —interrumpió con cierta malicia. Ruki hizo el ademán de sacar su característica pistola, decidió en el ultimo momento que no valía la pena hacer un escándalo, por sus jueguitos con el pelinegro—. Kai —continuó con seriedad, borrando la expresión de indignación del mencionado—. Tienes que enseñarme a hacer lo que tu haces —dijo sin rodeos.

Kai lo miró con asombro—. No creo que mi técnica sea mejor que la tuya, no tiene nada de especial, en realidad —contestó un poco incómodo.

—Una no es peor que la otra, son muy diferentes. Sin embargo, pienso que combinada con mi técnica podría ser maravillosa —jugaba con su comida, como si estuviera hablando de cualquier otra cosa. Tal vez para que no le prestaran atención a su conversación.

Ruki abrió muchos los ojos—. ¿Estás pensando en usarla con...? —no terminó la oración pues la expresión de Aoi lo hizo callar.

—No sería mala idea...

Kai negó con la cabeza—. Aun si accediera a enseñártela, no creo que pudieras aprenderla hasta el final del torneo y tampoco nada asegura que llegues hasta el final. Debes entender que soy el último de mi familia, no paso secretos así nada mas —se levantó tomando la charola vacía—. Si ganas el torneo, tal vez te enseñe —sonrió sin dejar algo que agregar a la conversación.

Aoi no pudo ocultar lo decepcionado que se sentía ante la respuesta, aunque también entendía a Kai. Probablemente él respondería lo mismo, incluso hubiera sido más receloso al respecto. La cuestión era que no podía sacarse de la cabeza la manera en la que Kai peleaba, si pudiera combinar aquello con el movimiento de su espada, sería imparable. No era que no confiara en sus habilidades para matar a Yoshiki, pero aceptaba toda la ayuda posible.

—¿A dónde vas después de todo? —la pregunta de Ruki lo sacó de sus ensoñaciones.

—Iré a dormitar un poco, la biblioteca es muy cómoda y nadie te molesta ahí —respondió Kai bostezando.

The True Murderous Intent [The Gazette]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ