Psicopatía

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—¿Puedo besarte?

La pregunta resbaló de los labios de Aoi, sin permiso. Su corazón latía tan rápido que por un momento pensó que Uruha podía sentirlo también, no era su intención que el chico le atrajera. En realidad, había estado peleando contra esa atracción y pensó que podía ganarla al saber que era un chico, pero ahí, con el castaño tan cerca se dio cuenta que no podía importarle menos. Sintió una punzada de culpabilidad, el recuerdo de Ayu palpitando en el fondo de su cabeza, sentía que la estaba traicionando de alguna forma, pensar en alguien más lo hacía distraerse de su objetivo, no quería y no podía olvidarse de Ayu, sólo él podía vengarla. Pero la pregunta estaba hecha, el aliento del castaño chocaba contra su cara y su mirada no podía desviarse de esos ojos color miel.

—¿Por qué estás pidiendo permiso? —la respuesta que recibió fue suficiente para hacerlo sonreír, le alegraba saber que de alguna forma era correspondido, sin embargo lo hacía sentirse mas inseguro al respecto.

—No quiero que me vuelvas a golpear —dijo evadiéndose a si mismo—. Quiero sentir tus labios, una vez —se autoconvenció, sería una vez. Cerró los ojos y simplemente se dejó llevar.

Sus labios chocaron y el mundo pareció desvanecerse por completo, no importaba que estuvieran en un torneo donde podían jugarse la vida, no importaba si Uruha fuera hombre, si lo acababa de golpear, si era hijo de Yoshiki, por primera vez en años: Ayu no ocupaba su cabeza. Por ese instante, importaba únicamente los labios del otro jugueteando con los suyos, el sabor de su saliva al abrir su boca y darle permiso de explorarlo con totalidad. Le importaban los puños de Uruha fuertemente cerrados en su camisa tratando de sostenerse, le importaba la forma en la que su propia mano navegaba por la cintura el kimono del otro, ansiando un contacto tan necesario como respirar en medio de un beso que subía de tono a medida que pasaban los segundos.

Y de pronto terminó, con un jalón brusco que llevó a Uruha a levantarse, Aoi abrió los ojos con sorpresa, levantándose de pronto. Se había perdido tanto en el beso que no había sentido la presencia de alguien entrar al lugar, Tora estaba parado a un lado de Uruha con la mirada hecha un furia. Aoi sintió vergüenza de si mismo, por lo que había hecho, por lo peligroso de la situación, pero más por haber bajado la guardia de manera irresponsable.

—¿Perdiste la razón? —preguntó Tora con los labios apretados y sin mirar a Aoi.

—Tora, yo —Uruha respondió sin aliento.

—Sólo estábamos —Aoi trató de decir pero la mirada de Tora lo interrumpió.

—Sé muy bien lo que estaban haciendo y sinceramente no es de mi incumbencia —miró a Uruha—. Tienes suerte de que haya sido yo y no Reita, o tu padre —dijo seriamente—. Yoshiki te está buscando —avisó.

Uruha miró a Aoi con una disculpa en los ojos, se acomodó el kimono y salió de la habitación sin decir nada más. Dejando a los otros solos, en un silencio sepulcral, que finalmente fue roto por el suspiro de Tora, quien se volvió a él, la furia había desaparecido, tenía una expresión demasiado seria en el rostro.

—Liarse con la hija del organizador va contra las reglas, en este mismo instante podría expulsarte del torneo —advirtió en un tono monótono.

Shiroyama parpadeó—. Necesitas tener pruebas, además podrás ser sirviente de Yoshiki pero sigues siendo un participante —dijo con más seguridad de la que sentía, la había cagado y lo sabía, eso no era algo que tuviera que saber el otro, seguro Ruki lo iba a matar o mínimo no dejaría de burlarse por un buen tiempo.

—No juegues con tu suerte, no arruinaré una posibilidad de que por fin Yoshiki acabe muerto —parecía sincero ante sus palabras. Se miraron fijamente, como si pudieran leerse la mente.

The True Murderous Intent [The Gazette]On viuen les histories. Descobreix ara