Ángel de la Guarda

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Mis disculpas por la tardanza y los errores. Gracias por la lectura :D

Lauren seguía en la sala de trauma. No sabía cuándo la trasladarían a la sala de neurología pero esperaba que fuese pronto para volver a ver a su doctora.

Su doctora. Lauren no pudo evitarlo, se emocionó al recordar a la doctora Cabello y todo lo que ésta había hecho por ella. La morena había llegado a su vida como un jodido ángel de la guarda y no podía estar más agradecida de su buena suerte. Lauren volvió a recordar el frío y el dolor de su última crisis y tampoco pudo evitar un estremecimiento. Había sido una crisis tan dolorosa como la que había sufrido en casa de Ally

- Mierda, Ally... - Lauren gimió en voz alta al recordar que nadie le había informado a su amiga o a Will de su nueva visita a emergencias. Iba a tener que pedirle a la doctora Cabello que lo hiciera por ella ya que no traía nada consigo, excepto su identificación. Esperaba poder ver a la morena impresionante pronto.

- Dios ella es hermosa - Lauren pensó en voz baja con una sonrisa tonta formada en los labios, estaba cayendo fuerte por una completa desconocida y a Lauren eso no le importaba.

Sin embargo, recordó la charla que tuvieron hace unos minutos y pensó en lo que la morena le había dicho sobre su paciente que se mojaba solo.

La emoción y la amargura en la expresión de la doctora le habían dado cuenta a Lauren que al parecer ese paciente cercano era más que un simple paciente para la latina. Cuando alcanzó su mano izquierda para acariciarla intentando consolarla, no había visto ningún anillo y tampoco lo había hecho en la mano derecha por lo que Lauren no estaba segura si su doctora era una mujer casada o no. Tampoco mencionó a ningún hijo que recordase así que no tenía ni idea, sólo sabía que ardía en deseos de conocer más a su bella doctora.

Lauren pasó un tiempo soñando despierta con Camila que ella ni siquiera notó que se había quedado dormida. Cuando ella abrió los ojos no obstante, se dio cuenta que había dejado la sala de trauma y que había sido trasladada a la sala de neurología.

La sala estaba calefaccionada, tal y cómo Camila le había dicho así que eso la emocionó. Ya no pasaría frío y era lo único que le incomodaba además de su debilidad en las piernas. También se dio cuenta que estaba en una sala privada, con una ventana con franjas blancas que daba a la estación de enfermería. Las paredes de la sala era de color blanco y empotrado en la esquina superior izquierda había un televisor mediano de pantalla plana. Al costado derecho de su cama había un pequeño sillón reclinable de cuero negro y al izquierdo una mesa de noche blanca con dos divisiones. Un jarro lleno de agua estaba posado en el centro de la mesa y a su lado había un vaso de plástico trasparente con pajilla. La mesa auxiliar con ruedas estaba a los pies de la cama y estaba ocupada por la bandeja de la comida.

Pensar en comida le abrió el apetito y sus tripas no tardaron en exigir se saciadas. Al parecer Lauren se había pasado la hora del almuerzo y se moría por un sándwich de queso a la parrilla y una taza de chocolate caliente con crema y canela encima.

Lauren se frotó el estómago con impaciencia evitando recordar el tiempo que se iba a la cama con el estómago vacío en sus hogares adoptivos o los correazos que recibía en el cuerpo cuando se atrevía a robar comida del refrigerador bien entrada la madrugada. Lauren se estremeció. Nop, era mejor no acordarse de eso.

Ella intentó distraerse con un poco de televisión, cogió el mando a distancia del cajón de la mesilla de noche e hizo zapping por diversos canales hasta detenerse en uno de dibujos animados, no estaba de humor para películas dramáticas, ni de acción o romance. Tenía suficiente con el drama de lo que estaba viviendo en ese momento y no quería pensar en la acción que ya no podría tener ni menos en el romance, que en su vida era, en una palabra, inexistente.

Muñeca Rota - Parte UnoWhere stories live. Discover now