CAPITULO XXXVI

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Edmund creía haberse enterado de cuanto Fanny pudiera contar, o dejar entrever, acerca de sus sentimientos, y quedó satisfecho. Como él había supuesto antes, Crawford había procedido con demasiada precipitación, y era preciso dejar que el tiempo se encargara de que ella se familiarizase con la idea, primero, y le pareciera después agradable. Tendría que acostumbrarse a considerar que Henry le amaba, y entonces ya no estaría lejos de corresponderle con su afecto.

Dio a su padre esta opinión como resultado de la conversación sostenida, y recomendó que nada más le dijera a ella, que no se intentara coaccionarla o persuadirla, sino que se dejara toda a la asiduidad de Crawford y a la reacción natural de su propio espíritu.

Sir Thomas prometió que así lo haría. Le pareció justa la apreciación de Edmund en cuanto al ánimo de Fanny. Suponía que eran estos los sentimientos de ella, pero consideraba como una desgracia que los tuviera; porque, menos inclinado que su hijo a confiar en el futuro, no podía evitar el temor de que si era preciso conceder a Fanny tanto tiempo para familiarizarse, no se decidiría a acoger favorablemente las declaraciones del enamorado antes de que a éste se le acabasen los deseos de hacerlas. Nada podía hacerse, sin embargo, sino aceptar así las cosas con resignación y esperar lo mejor.

La prometida visita de "su amiga", como Edmund llamaba a miss Crawford, representaba una tremenda amenaza para Fanny, y hacía que viviera en un continuo terror. Como hermana, tan parcial e irritada, y tan poco escrupulosa en el hablar, y por otro lado tan triunfante y segura... era por muchos conceptos un motivo de angustiosa alarma. Su descontento, su agudeza y su felicidad era un conjunto espantoso que afrontar; y la confianza en que otras personas estarían presentes cuando se encontraran era el único consuelo para Fanny ante aquella perspectiva. Se apartaba lo menos posible de lady Bertram, no se acercaba a su cuarto del este y no daba ningún paseo solitario por los arbustos como precaución, para evitar una súbita arremetida.

Lo consiguió. Se hallaba a seguro en el comedor de los desayunos con su tía, cuando llegó miss Crawford. Pasado el primer susto, y viendo que en la actitud y en las palabras de Mary había una expresión mucho menos intencionada de lo que había esperado, Fanny empezó a concebir la esperanza de que no se vería en el caso de tener que soportar nada peor que una media hora de moderada inquietud. Pero con esto esperaba demasiado. Miss Crawford no era una esclava de la oportunidad. Estaba decidida a hablar con Fanny a solas, y en consecuencia le dijo, sin esperar más que lo prudente, en voz baja:

-Necesito hablar uno minutos con usted, donde sea.

Palabras que Fanny sintió correr por todo su cuerpo, en todos sus impulsos y en todos sus nervios. Negarse era imposible. Sus hábitos de pronta sumisión, por el contrario, la llevaron a ponerse de pie casi en el acto y a guiarla fuera de la habitación. Lo hizo con profundo disgusto, pero era inevitable.

Apenas llegaron al vestíbulo, cesó toda contención por pare de Mary Crawford. Agitó la cabeza mirando a Fanny con sutil, aunque afectuosa, expresión de reproche, le cogió la mano y parecía dispuesta a empezar allí mismo, casi incapaz de poderlo evitar. Sin embargo, dijo tan solo:

-¡Perversa, más que perversa! No sé cuándo acabaré de reñirla.

Y tuvo discreción bastante para reservarse lo demás hasta que pudieran estar seguras entre cuatro paredes ellas solas. Fanny, naturalmente, subió la escalera y condujo a su invitada hasta su aposento que ahora estaba siempre dispuesto confortablemente; no obstante, abrió la puerta con el corazón afligido, sintiendo que la esperaba una escena más angustiosa que cuantas habían tenido por testigo aquel mismo lugar. Pero el ataque que iba a desencadenarse contra ella quedó al menos aplazado, gracias al súbito cambio de ideas en la mente de miss Crawford, gracias a la profunda impresión de su espíritu al encontrarse de nuevo en el cuarto del este.

Mansfield Park Jane AustenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora