•Capítulo 11: Conversaciones nocturnas•

11.6K 1K 920
                                    

"Lane Foster... Tengo algo que decirte".

Oh, Van Gogh.

La cercanía entre nosotros era mucha. Las manos comenzaron a sudarme y no supe exactamente cómo reaccionar. ¿Qué pretendía hacer? ¿Por qué demonios estábamos así? Quería hablar pero las palabras no me salían. Quería salir corriendo pero mis pies no colaboraban con ello. También quería algún regaño de parte de mi cerebro, pero al parecer éste estaba más sorprendido que yo.

Nate se inclinó más hacia mí, pude sentir nuestras respiraciones mezclándose y mi corazón latir con una rapidez impresionante. No fue hasta que nuestras narices se estuvieron rozando y sentí sus labios casi sobre los míos que reaccioné.

Y entonces... Lo hice.

Rápidamente lo empujé por los hombros con toda la fuerza posible y me separé de él con los ojos bien abiertos, sintiendo mi cuerpo tiritar por completo.

¿Qué mierda?

No, no, no.

Hiciste lo correcto, Lane.

—¿Qu-qué? —Tartamudeé— Nathan, ¿qué demonios pretendías hacer?

Él estaba igual o peor que yo. Su boca se entreabrió y el color rojo no tardó en llegar a sus mejillas. Aquel diminuto brillo que pude ver en sus ojos cuando estábamos a escasos centímetros se apagó de inmediato y esperé a que dijese algo.

Silencio.

¡El estúpido se quedó en silencio!

Respira, Lane, respira.

—Escucha... Esto no está bien —Traté de explicarle, retrocediendo un par de pasos más— Nate, no pue—

—Olvídalo —Me interrumpió, pasándose las manos por el rostro— Perdón, lo siento.

—Okay, entiendo... —Intenté tranquilizarme, pero aquello no fue posible ya que segundos después mi cerebro procesó todo—. ¡Esto está mal, Hederson! No seré una segunda opción, no seré la chica que uses para olvidar a otra, no pienso ser el jodido juguete de nadie. ¿Acaso ibas a besarme para olvidar a la chica por la que llorabas hace unos minutos? ¡Las cosas no funcionan así!

Él se quedó en silencio unos segundos, sólo mirándome a los ojos, ¿no diría nada? Al parecer no. Justo cuando abrió su boca para decir algo, el sonido de un teléfono nos interrumpió.

Mi teléfono.

Lo saqué de mi bolsillo aún con las manos temblorosas y le agradecí mentalmente a Jake, el responsable de aquella llamada. Puse el teléfono contra mi oreja y miré de reojo a Nate antes de hablar, él recostó su cabeza contra una de las paredes y cerró los ojos, respirando entrecortadamente.

—Hola... —Murmuré.

—¡Bonita, hey! —Saludó alegre el rubio al otro lado de la línea— Te recuerdo que nuestra llamada diaria comenzó hace diez minutos, Rachel se está volviendo loca.

—Mierda, perdón —Me mordí el labio, regañándome a mí misma— Dame un minuto, voy enseguida, ¿sí?

—Bien —Canturreó— Sesenta segundos, comienza el conteo, date prisa.

Un Dulce InviernoWhere stories live. Discover now