•Capítulo 12: La vecina•

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Sentado debajo de un mango, debajo de un árbol de mango. Sentado me puse a pensar... Los árboles tenemos que cuidar.

Oh, Van Gogh.

Los niños continuaron cantando y admito que seguí la canción en mi mente. El bullicio dentro de la casa era increíble y ya me estaba provocando un fuerte dolor de cabeza. Paciencia, Lane, paciencia.

Oí un quejido de parte de Thomas a mi lado y yo reí ante su reacción. El niño recostó su cabeza en mi hombro y yo recosté mi cabeza sobre la de él, soltando una gran carcajada al aire.

—No te rías —Se quejó— Ya me tienen cansado, han estado todo el día cantando.

Y somos aaaaaamigos tuyos backyaaaaardigans —Canturreó Lizzy, subiéndose a uno de los sofás y tomando el control del televisor como micrófono.

Toooooodos unidos backyaaaaaardigans —Le siguió Leo.

—Mátenme ya —Se quejó Thomas a mi lado.

Bailamos sin cesar y nos encanta cantar... —Continuó Bradley.

—Y nos vamos a quedar.

Una cuarta voz se les unió a ellos, llamando nuestra atención y todos desviamos la mirada hacia las escaleras. Un sonriente Nate venía bajando mientras jugaba con una pelota de tenis.

—Hey —Saludó, sentándose junto a Thomas y a mí en el sofá— ¿Qué tal todo?

¿Y a este qué bichito le picó?

—Definitivamente yo fui adoptado —Comentó Thomas, mirando con decepción a sus hermanos.

Reí y desordené su cabello, dándole un pequeño empujón en el hombro. Segundos después sentí una mano en mi mejilla y giré la cabeza de golpe. Enarqué una ceja al ver el dedo de Nathan en la punta de mi nariz y él sonrió.

—Pecas —Canturreó y después observó a su hermano menor— Son lindas, ¿verdad, Tommy?

Thomas sólo asintió como pudo y siguió con su cabeza recostada sobre mi hombro, soltando un profundo suspiro. ¿Que qué hacíamos? Nada, la verdad. Mamá, tía Rosie y tío Norman fueron de compras al supermercado y nos dejaron aquí, lo que tenía mucho sentido... ¿Por qué saldrían con tantos chicos a un supermercado? Eso sería un desastre, sin duda.

—Me estaba preguntando... —Murmuró Nate a mi lado, acercándose más a mí— ¿Te gustaría ir conmigo por unas donas? Sé que son tus favoritas y—

Y...

—¿Y qué? —Pregunté.

—Nada —Soltó una risita— Estaba esperando a que me interrumpieras, siempre lo haces —Rodé los ojos ante su respuesta—. ¿Entonces? ¿Qué dices? —Desvié la mirada hacia él y alcé una ceja— Una salida, como amigos, claro.

—Bien —Acepté.

—Pues vamos —Él se puso de pie y estiró la mano hacia mí, a lo que yo negué.

—Nathan, no los podemos dejar solos —Le recordé, señalando a los niños.

Él observó a los alrededores y mordió su labio, pasándose una de sus manos por la frente. Brad estaba recostado en el sofá comiendo papas fritas mientras jugaba con su teléfono, Lizzy estaba inspirada teniendo un karaoke, y Leo... Leo practicaba trucos de magia, a veces siguiendo las ocurrencias de su pequeña hermana.

Un Dulce InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora