•Capítulo 28: Intentaba protegerte•

6.9K 676 547
                                    

Capítulo dedicado con absolutamente todo mi amor para todos ustedes :c Gracias por la paciencia y por continuar aquí conmigo. No sé qué sería de mí sin su apoyo, son increíbles. 💕
•••

No quiero que te vayas... sollocé Por favor, Nate, no me dejes.

El castaño me regaló una pequeña sonrisa de boca cerrada y negó, bajando la mirada con arrepentimiento. Mi corazón se estrujó y sentí todo mi ser romperse en miles de pedacitos al observar su expresión. Lo conocía muy bien, sabía lo que haría.

Lo siento, Dunky murmuró para mí, acunando mi rostro entre sus manos. Escúchame...

¡No, no, no! le interrumpí de golpe, aferrándome con fuerza a él. Descansé mi cabeza contra su pecho con los ojos cerrados y sentí las incesantes lágrimas deslizar por mis mejillas ¡Por favor! ¡Prometiste que no te irías, prometiste no partir como papá lo hizo! ¡No tú!

De repente, dejé de sentir el contacto de su cuerpo. Ya no podía tocarlo. Poco a poco su figura se fue volviendo traslúcida y su imagen comenzó a desaparecer. Nate estaba vestido de blanco y pequeñas luces blanquecinas desprendían a su alrededor, él parecía un ángel... Uno a punto de partir.

Llegaste tarde, Dunky susurró con una sonrisa triste Pero está bien, cariño, no te sientas mal.

Negué.

¡No! ¡Basta, detén esto ya! grité con fuerza, cubriéndome el rostro con ambas manos ¡Nate! N-no... mi cuerpo se desplomó sobre el suelo y caí de rodillas, observando cómo con cada segundo que pasaba se me iba dificultando más el poder mirarlo P-por favor...

Te amo, ¿sí? Nunca lo olvides.

Lo último que pude ver antes de que su figura frente mí desapareciera por completo fue su dulce sonrisa y aquellos preciosos ojos celestes apagándose poco a poco...

─¡Nate!

Abrí los ojos de golpe y me incorporé sobre la cama rápidamente, sintiendo mi corazón latir con prisa a la par de mi irregular respiración. Podía sentir el sudor en mi frente y mis mejillas húmedas debido a las lágrimas que, sin darme cuenta, había dejado escapar mientras dormía.

Un sueño... un jodido sueño.

Observé aterrada a los alrededores, tratando de reconocer el lugar en que me encontraba. No pasó mucho cuando lo hice y no tardé en ponerme de pie, experimentando un leve mareo ante el brusco movimiento. Mi cabeza aún dolía, pero decidí ignorar el malestar y sólo pude agradecer en mi interior el no estar atada a una silla con una cinta en la boca, tal y como solía verlo en las películas de terror.

Tomé una profunda respiración e hice el mayor esfuerzo por mantener la calma, comenzando a recorrer la habitación a pasos silenciosos. Mi mirada recayó en la mesita de noche junto a la cama, llevándome una gran sorpresa al localizar la carta de Nate todavía allí. No lo pensé, la tomé entre mis manos y la doblé muy cuidadosamente para guardarla y llevármela conmigo.

Apenas lo vea se la daré, él estará muy feliz de saber la noticia.

Palpé los bolsillos de mi pantalón y sudadera en busca de mi teléfono, maldiciendo por lo bajo cuando no lo localicé conmigo.

Demonios, ¿qué hora es? ¿cuánto tiempo pasó?

Mis ojos se posaron en la puerta de madera frente a mí, estaba cerrada. Muy cautelosamente me acerqué a ésta y puse mi mano sobre el picaporte, segura. Justo cuando iba a ejecutar mi movimiento, la puerta se abrió, dejándome cara a cara frente al responsable de todo.

Un Dulce InviernoWhere stories live. Discover now