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Algunas veces quisiera pensar que aquello fue mi primer experiencia del amor, yo buscaba siempre a Bety aún después de ensayar, comíamos juntos, reíamos juntos y confiábamos el uno con el otro... o almenos eso pensaba ya que a la vista del resto era el nuevo tonto de Bety, eso era algo de lo que me enteré hasta mucho tiempo después.
Con el tiempo Bety comenzó a salir mas seguido con nosotros, fue en aquella reunión en el centro comercial que todo fue en picada, pues en el centro comercial nos encontrábamos Lisa, Mirella y yo, sentí que corazón se me hundía en el pecho cunado vi llegar a mi amada Bety de la mano de mi amigo Paul. Las miradas de todos apuntaban a mi como sabiendo lo que sentía, el idiota de Paul se hacía el crédulo y Bety, bueno... ella no se si realmente sabía lo que estaba pasando. En una de esas idas de grupo al baño de chicas Paul y yo nos quedamos incómodamente solos a la mesa de uno de los comedores del centro comercial, yo había preferido quedarme en silencio, pero Paul fue quien decidió romper el hielo
-bueno, ¿no piensas decir nada? ¿amigo?- no creí que Paul tuviera el descaro de llamarme así a estas alturas
-¿sobre que debería hablar ahora? ¿te refieres a la forma en la que presentas tu nueva relación con la chica que le gusta a tu amigo?-
-escucha Milo fue ella quien puso su interés en mi, yo no podía...-
-no importa Paul, el que ella me gustara no significa que de alguna manera me pertenezca, solo espero... que cuides bien de ella amigo- Paul sonrió, aunque yo muriera por dentro... el buen Leopold me había enseñado a siempre ser un caballero y afrontar como tal los problemas
-¿entonces todo bien entre nosotros?-dijo el, como si quisiera asegurarse de haber librado esta, yo asentí a la vez que bebía un refresco y parecía que la poca conciencia que le quedaba a Paul se sentía tranquila
-encontraras una buena chica Milo, estoy seguro...- comentó el miserable y cínico, sentía en la boca del estomago un tremendo hueco
-solo... no lo vuelvas incomodo... ¿de acuerdo?- 
-seguro!-.
Parecía que le había dicho que hiciera todo lo contrario, se besaban cada que tenían oportunidad de hacerlo, en las bebidas, en el cine y en los juegos, era como si el lo disfrutara, era como si provocara mi incomodidad. El final de aquella larga tarde al fin llegó, los dos tórtolos se marcharon, Mirella se fue en taxi a casa y finalmente quedamos Lisa y yo, caminando juntos  pues nuestras casas quedaban para el mismo camino
-no dejes que esto te afecte Milo- dijo ella finalmente
-¿que no me afecte que cosa?-
-vamos Milo, esa chica no te merece en absoluto y Paul no es mas que un gran bribón-
-tu lo has dicho- sonreí un poco, de alguna forma las palabras cliché de Lisa me habían hecho sentir un poco mejor, ella me abrazó- pero... eso no es lo que me tiene inquieto... mi inquietud es... que de igual forma debo besarla en la obra-
-oh demonios eso es verdad ¿y piensas hacerlo?- 
-tengo que hacerlo, no puedo dejar la obra de teatro solo por esto-
-mucha suerte Milo- 
-gracias... Lisa-.

El Arlequín: origen de un asesinoWhere stories live. Discover now