El ocaso

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llegué a la casa de Leopold Landes, mi corazon nunca había estado mas acelerado que en ese momento, abrí las puertas que daban a su habitacion y ahí dentro estaba él, postrado en su cama rodeado de algunas personas, dos de ellas eran un doctor acompañado de una enfermera, otros dos era una profesora del instituto amiga de Leopold y el director del mismo, y por último... Lisa y yo
-¿que esta pasando aquí?- pregunté a lo que el doctor se acercó a mi
-la enfermedad de tu tutor es mas grave de lo que pensabamos, ya no... no hay nada que podamos hacer, lo lamento tanto...-
-¿de que esta hablando? como se atreve a decir que...- quise ser por un momento irracional y dejarme llevar por mi dolor, pero yo sabía perfectamente lo que pasaba, Leopold estaba muriendo
-M...Milo...- dijo él llamando la atencion de todos aparentemente se creyó que Leopold ya no podía hablar, pero alcanzó a llamarme, por lo que me acerqué a él, junto a su cama... su rostro estaba cansado, sus ojos estaban cerrados y su boca arrugada entre abierta respirando pesadamente, como si una maquinaría oxidada se forzara a girar dentro de él
-tu... tragiste algo de vida a esta casa desde... que te traje aquella noche del hospital, yo pensaba que... te vería morir pero... mira ahora... he he... el que esta muriendo soy yo- no se como tuve la fuerza, pero mis lagrimas no brotaban, mi expresion no mostraba el dolor que desgarraba mi corazon
-no tengas miedo Milo, estoy feliz, estoy tranquilo, porque voy a reunirme de nuevo con... con mi amada constance... Milo quiero que sepas... que fuiste como un hijo para mi... te quiero mas... de lo que tu mente pueda creer, todo esto, esta casa, estos muebles todo lo que me queda es tuyo hijo, es legal, nadie puede probar lo opuesto-
-señor yo no quiero nada mas, no me importan las cosas yo quiero... que usted viva, que usted no me abandone-
-pero yo nunca voy a abandonarte Milo, yo siempre viviré en tus recuerdos y... quiero pensar... que almenos hice algo bien contigo... Milo... por favor prometeme que... te convertiras en el gran... artista que siempre quisiste ser- en ese momento tomé la mano del hombre que había cuidado de mi, que me crió y me había dado una segunda oportunidad, en su lecho de muerte en los ultimos segundos de su vida
-lo promento, papá- dije finalmente y pude ver por un instante como Leopold abrió ligeramente los ojos para verme, lo supe y él cerro sus ojos nuevamente para no volver a abrirlos nunca, su mano dejó de sujetarme, un silencio sofocante inundó la habitacion
-descansa Leopold, descansa junto a tu amada constance- dije yo, Lisa se echó a llorar, el director quitó su sombrero y la profesora amiga de Leopold limpió sus lagrimas con un pañuelo, yo por mi parte al estar seguro de que Leopold comence  a llorar, lloré como nunca, en cada lagrima saqué dolor, ese fue uno de los pocos dias en mi vida en los que... realmente sufrí.

El Arlequín: origen de un asesinoWhere stories live. Discover now