ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 13

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La vida es un conjunto irónico de diversos momentos que definen tu estado de ánimo, y este te cataloga como persona. Seyeon no estaba segura, pero sentía que desde hace 2 semanas, de considerarse una persona triste, ahora podía llamarse "afortunada".

Claro, los problemas no desaparecían y jamás lo harían; sin embargo, de alguna forma, todo se había vuelto un poco más soportable.

-Y Yuqi en serio gritó -contó Seyeon entre risas-. La profesora nos castigó a ambas y tuvimos que quedarnos hasta tarde. Por eso no pude ir a la cafetería.

Soojin sonrió y movió su cabeza en negación mientras acariciaba los cabellos de su menor.

-Tu amiga y tú son tal para cual: demasiado raras.

-Ay por favor, unnie, tú tampoco eres muy normal que digamos -molestó la de cabellos cortos y ambas rieron-. ¿Cuándo estarás saliendo de aquí?

La chica en cuestión dio un corto suspiro mientras miraba las paredes blancas a su alrededor y recordaba la incómoda bata blanca que desde hace días la vestía. Ser muy enfermiza era algo molesto para Soojin, y seguro también para cualquier persona. Odiaba el hecho de que lo que comenzó como un simple resfriado ahora la tuviese durmiendo en una camilla en lugar de su cómoda cama por varios días.

-No estoy muy segura, pero ojalá y pronto -se limitó a responder eso con una forzada pequeña sonrisa.

-Ya volví -anunció Soobin cerrando la puerta tras de él. Le extendió un jugo a la menor y otro a su pareja-. De naranja para ti -besó la mejilla de Soojin y ella se sonrojó.

Seyeon miraba todo con una sonrisa. Venía muchas veces a visitar a su unnie, pues la adoraba y era como una hermana mayor para ella. Casi todas esas veces Soobin también estaba. Es por ello que había notado que últimamente los gestos cariñosos entre ellos ya no los sentía como dagas directo al corazón, en cambio, le daba mucha ternura.

No todo era pétalos y sonrisas, lamentablemente. Le extrañaba cuando hablaban con Soojin en el comedor del hospital, y en eso sentía cómo debajo de la mesa unos dedos rozaban con los suyos y en menos de cinco segundos eran retirados. Cuando Seyeon miraba a Soobin este seguía sin inmutarse, como si no lo hiciera a consciencia y fuera un acto totalmente involuntario. Trataba de no darle muchas vueltas, después de todo, tal vez solo estaba imaginando cosas.

-Me voy -recordó poniéndose en pie-. Te quiero mucho, unnie. Te me cuidas -la abrazó-. Nos vemos en la cafetería mañana, Soobin -se despidió.

No quería llegar tarde, había acordado jugar ajedrez con Wonyoung. La chica se había ganado su corazón de una manera inexplicable. Era como la hermana menor que siempre quiso tener, la cual protegería para que no se sintiese nunca sola.

De igual manera, Wonyoung era muy fuerte e independiente para su edad, así que no podía hacer mucho. Pero siempre era agradable pasar el rato en casa de los Choi.

-Jaque, gané otra vez -dijo Wonyoung con aires de grandeza y mirando socarrona a su mayor-. Unnie, eres muy mala en esto.

-Oye... ya lo sé, no me repitas mis verdades -se quejó con falso resentimiento.

-Pero eres muy divertida, así que no te preocupes unnie -halago la menor-. ¿Una partida más?

-Tú disfrutas de verme perder, ¿verdad?

-No sabes cuánto -rió.

Seyeon puso cara de indignación y escuchó esa agradable voz riendo. Sus ojos se encontraron con los de Yeonjun y sintió el calor colorear sus mejillas al igual que llenar su estómago.

ᴾˡᵉᵃˢᵉ, ᶜᵘʳᵉ ᵐᵉ - ᶜʰᵒⁱ ʸᵉᵒⁿʲᵘⁿWhere stories live. Discover now