Capitulo 17.

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Trueno y yo pasamos una hora fumando y viendo como la victima lloriqueaba y se movía intentando escaparse.

Claro, que a medida que pasaban los minutos, su cuerpo se debilito mucho y a lo ultimo ya no era más que algún que otro movimiento inútil.

El teléfono de Trueno sonó y el atendió de inmediato.

-¿Si? Muy bien. Entendido. -Y colgó.

Trueno se levanto de su silla y estiro sus brazos, como si recién se levantase de una larga siesta.

-¿Qué paso? -Pregunte poniéndome de pie.

-Dijo la verdad. Ya tenemos el dinero.

-¿Y ahora?

-Ahora viene tu parte; Matalo. -Dijo con una sonrisa malévola.

Yo abrí los ojos sorprendido.

El recuerdo de la muerte de Marcelo se me cruzo por un instante.

Su sangre en el suelo, su cuerpo sin vida, mis manos llenas de sangre goteando por mis dedos.

-Esta es tu prueba. -Agrego Trueno mientras me daba total libertad de hacer lo que quisiese con mi victima.

Esta vez seria distinto.

Esto no iba a ser un accidente. Esta vez seria un verdugo cociente.

Me acerque a la silla donde ejecutaría a este hombre.

El miedo de a poco comenzaba a huir de mi cuerpo para dejar enteramente a la maldad apoderarse de mi.

Leiva quiere un asesino en su equipo, yeso, es lo que le voy a dar.

Agarro la sierra que se encuentra en la mesa y me acerco al cuerpo.

-Que sufra. -Me ordena Trueno desde la silla.

Así sera.

Coloco la sierra sobre el hombro derecho de la victima y empiezo a cortar.

El hombre se desespera y comienza amoverse con una energía impensada.

El dolor nos hace sacar fuerzas que no sabíamos que teníamos.

Comienzo a cortar.

La hoja se desliza por su hombro, de un lado al otro, cortando la ropa y la piel a medida que ejerzo presión sobre la misma.

La sangre comienza a salir de a poco,mientras el hombre llora y grita con la mordaza acallando su sonido.

Sigo cortando con más fuerza y llego aun hueso, me detengo.

Dejo la sierra en la mesa, con su hoja teñida de rojo.

Agarro entonces el martillo y sin dudar comienzo a golpear el hueso.

Le doy con tanta fuerza que puedo sentir como tras cada golpe, el sonido seco que produce el hueso al quebrarse.

Trueno pidió que sufra, y este tipo lo va a hacer.

Una vez roto el hueso, vuelvo a tomarla sierra y proceder con el corte.

Sigo cortando hasta que veo como el brazo de este hombre se sale de su lugar. Queda colgando.

Con rapidez agarro las cadenas de la mesa y las coloco rodeando su cuello.

Desato los nudos de los brazos, saco la mordaza y dejo que el hombre tenga su único brazo libre para lo siguiente que voy a hacer.

Los gritos comienzan a hacerse notar de inmediato, envueltos en insultos y maldiciones.

Tomo las cadenas por ambos lados y comienzo a ejercer presión sobre el cuello.

Esto debería ser filmado como la mejor escena de una película de sicarios.

El hombre intenta sacarse las cadenas con su único brazo libre, pero no puede, es un intento inútil, ya no tiene fuerzas, esta vencido.

Las cadenas aprietan cada vez mas fuerte el cuello de mi victima, quien se intenta resistir, pero no puede.

En un momento siente un crujido,seguido de una cabeceo por parte de la victima.

Ya esta. Todo acabo.

La sangre busca salir de su cuerpo por su boca, mientras el hombro cortado sigue goteando rojo.

Suelto las cadenas y me pongo de frente a mi victima, para ver de cerca, con morbosidad, la obra de arte que acabo de hacer.

-Buen trabajo Nico. -Me dice Trueno acercándose a mi, apoyando su mano en mi hombro.

-Gracias....Supongo.

-Es hora de irnos, Leiva nos quiere ver.

-Muy bien. Vamos. -Digo sin prejuicios.

Me doy media vuelta apartando mi mirada del cadáver y sigo los pasos de mi compañero.

El camino hasta el prostíbulo de Leiva fue en completo silencio.

El guardia de la puerta ya no me reviso al entrar, si no que me dio la bienvenida, como si fuese un cliente regular.

Llegamos a la oficina de Leiva y entramos.

-¡Nico! ¡Bienvenido! ¡Pasaste la prueba! -Me dijo con su nariz llena de polvo blanco.

Yo no dije nada.

No es bueno decir algo cuando no se sabe que decir.

-¡Vos y yo pibe, vamos a hacer grandes negocios! ¡Grandes! -Me grita felicitándome.

Claro que los vamos a hacer Leiva...Pero no con usted, si no con Estrella.


El plan comienza a andar sobre rieles.

El cuento del pibeحيث تعيش القصص. اكتشف الآن