Capitulo 10.

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-Acá le trajimos a Gallegos jefe.-Dijo un gorila trayéndome del brazo hacia una oficina donde Leiva se encontraba sentado con un bolso arriba de su escritorio.

-¡¿Cómo esta mi asesino favorito?!-Me dice Leiva recibiéndome con una gran sonrisa y los brazos abiertos.

-No...No entiendo nada.

-No hace falta que entiendas pibe,¿Sabes lo que hiciste vos? ¡Esto hiciste! -Grito abriendo el bolso el cual se encontraba lleno de ladrillos de cocaína.

Leiva agarro uno de los ladrillos y con su mano libre saco una navaja de un cajón y abrió el ladrillo.

Con astucia raspo el ladrillo y formo una linea encima de la hoja afilada y la aspiro con rapidez.

-¿Querés nene? -Me dijo mirándome con los ojos completamente abiertos.

-No...No tomo.

-Esta muy bien....Esta muy bien. Nunca es bueno mezclar negocios con placer.

Leiva era tan cínico como desquiciado.

Dos bolsos más se encontraban al lado del escritorio.

Me usaron como carnada.

Como un pequeño artilugio para seguir manteniendo sus negocios turbios.

-Así que..Nicolas Gallegos. 26 años.Tus padres viven en Artigas 1765. Trabajas en una pequeña editorial de lunes a viernes. Tu horario es de dos de la tarde hasta las diez de la noche. Vivís solo, tenes muy pocos amigos y hasta donde se, no tenes ni un centavo partido al medio. ¿No es así? -Me pregunto Leiva dejando el bolso al lado de los otros.

Yo me quedo atónito.

-¿Co...Cómo sabe eso?

-Nene, acá no vuela una mosca sin que yo me entere. Ahora la pregunta es la siguiente, ¿Vas a seguir trabajando para mi? -Pregunto mientras ponía sobre el escritorio dos fajos gordos de dinero.

Yo abrí los ojos como el dos de oro.

-¿Qué es eso?

-Es tu paga. Claro, si seguís trabajando para mi.

Mis manos tiemblan por un instante.

En los tres años que llevo trabajando en la editorial, jamas vi esa cantidad de dinero reunida.

Ni si quiera cuando hacíamos el cierre de caja.

Me quede con la vista fija en el dinero, no todos los días un hombre te ofrece trabajo de esta manera.

No todos los días, te recompensan haber matado a un tipo.

-¿Y por qué yo? -Cuestione.

-¿Y por qué no? Nene, tenes una posibilidad de oro en frente tuyo, no seas boludo...Cuando tenia tu edad, ya había conseguido más dinero del que pudiese contar con mis manos. Vos tenes algo que no se puede comprar.

-¿Qué tengo?

-Cara de buen tipo. En este negocio eso no se ve todos los días. Si te quedas conmigo vas a poder conseguir mucho más dinero. No tenes que ensuciarte las manos, no tanto como los otros. Siendo sincero vos no encajas como sicario, no tenes cara para ir a apretar a un tipo para hacerlo hablar. Pero si tenes el rostro que encaja perfecto con...Vamos a llamarle "Atención al publico"

-¿Cómo seria eso?

-Es fácil Nico...Vos tenes que ponerla cara, convencerlos de hacer el negocio y después van los muchachos a cerrar el trato. ¿Qué decís? ¿Hacemos negocios?-Pregunto extendiendo su mano.

Los segundos parecen eternos mientras debato en mi mente si aceptar o no.

Por un lado jamas podría juntar ese dinero, ni aunque aumentase las horas de trabajo.

Pero por el otro, se que es una mala decisión. Nada bueno puede salir de un negocio así.

Sin embargo esta el plan de Estrella...Quizás si estuviese dentro del negocio, eso facilitaría las cosas.

Con un poco de nervios extendí mi mano derecha y la estreche junto con la de Leiva.

-Buena elección. -Me dijo sonriendo.

Era la sonrisa del diablo.

Era la sonrisa de una mala decisión.

Los dientes amarillentos de Leiva se exhibían con malicia.

-Anda a descansar...Fue un día largo.Y no te preocupes por lo de Marcelo, la policía ya cerro el caso con la caratula de suicidio, no te van a molestar. Anda tranquilo y  estate atento al teléfono, en unos días vamos a hacer otro negocio y te necesito lucido.

Me dio los dos fajos de dinero que guarde en mi campera y me retire.

Camino unas cuadras por dentro de las calles más asquerosas y hediondas de la ciudad.

Nadie me mira, nadie me dice nada, creo que saben con quien trabajo. Eso es una ventaja en estos lugares.

Llego hasta la avenida que me lleva a casa.

Paro un taxi, doy la dirección y el recorrido comienza.

Mira por la ventanilla como la gente sigue su monótona vida, ignorando por completo lo que sucede en el pulmón de la ciudad.

Solo quiero llegar a casa y darme una ducha.


Necesito descansar un poco.

El cuento del pibeNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ