Extra

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Los pequeños ojos oscuros escaneaban con detenimiento al niño frente a ella. No podía despegar la mirada del que sería su nuevo hermano. 

¿Sus padres se habían vuelto locos? ¿Adoptar a otro niño considerando que eran cinco personas en casa ya? 

Muay apenas y podía soportar a sus hermanas, pensar en que ahora sería un niño el que rodeará todo le molestaba.  

—¿Qué me ves renacuajo? —preguntó molesta al pequeño cuando sus ojos se encontraron.

—¡Muay, no seas grosera! —reprendió Pete, cargando al pequeño en brazos. Con decisión se acercó a sus tres pequeñas—. Som, Malee y Muay, él es Pree, de hoy en adelante vivirá con nosotros, deben tratarlo con cariño y amor, porque los cuatro son hermanos ahora. —explicó intentando que el niño de 8 años abandonara su cuello, en el que se escondía para no mirar en especificó a Muay. 

Tanto Malee como Som sonrieron enternecidas por Pree, su nuevo hermano y el tercer hombre en la casa. Al ser tres niñas todo era un verdadero caos, por lo que, tener un hermano les creaba una ilusión eminente. 

Las tres pequeñas se llevaban de maravilla, pero el tener a alguien ajeno con quien compartir experiencias y juegos nuevos era emocionante. Al menos para la mayor y para la pequeña de la familia Intouch. 

Cuando Pete logró bajar a Pree de sus brazos, las dos niñas corrieron a su encuentro, llenándolo de besos y mimos que hicieron que un tierno rubor manchara sus mejillas. Pree no estaba acostumbrado a tanta atención y menos a tales demostraciones de afecto. 

Pete estaba tan emocionado por la escena que presenciaba que no se dio cuenta de que la pequeña Muay los observaba con recelo. 

No quería otro hermano, no quería compartir a sus padres con otro y menos quería conocerlo, acercarse o hablarle. 

Ae intentó retener su risa, al ver a Muay sentada junto a él con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados. Podía no ser su hija biológica, pero tenía tanto parecido con Pete cuando se enojaba que eso lo hacía reír. 

Se levantó del sillón en el que estaba cómodamente sentado y se acercó a sus hijos, indicándole con la mirada a Pete el estado de Muay. 

—Niñas, lleven a Pree a su habitación. —ordenó delicadamente—. Ayúdenlo con su equipaje y jueguen un rato con él en lo que Muay, Pete y yo preparamos la cena, ¿les parece? 

—¡Sí, papi! —chilló Malee dando brinquitos de la emoción. Tomó la mano de Pree y lo halo hacia la puerta mientras Som lo tomaba de la otra mano—. ¡Pintamos tu cuarto de azul c-c-celestial!

 —Celeste, Malee. —corrigió Som. 

—¡Eso! —sonrió buscando que Pree le devolviera el gesto, pero al no ver indicios de nada, ni siquiera de que este hablara prosiguió hablando con entusiasmo. Nadie podía callarla y menos cuando no le respondían—. ¿Te gustan los osos? A mi me gustan mucho, papá Pete me compro uno recientemente porque mis dientecitos comenzaron a caerse. ¿Los tuyos ya se cayeron? Le pedí a Muay que me diera un buen golpe en la boca para que todos se cayeran de una vez y recibir más osos de peluche, pero papá Ae dijo que eso no estaba bien. Muay es la más fuerte, puede derribar a cualquier monstruo que existe. —entre preguntas que no esperaba por una respuesta y ocurrencias que le llegaban de la nada salieron de la sala. 

Ae y Pete se miraron con complicidad al quedar solos con su hija de en medio. Desde que pensaron en la posibilidad de adoptar a Pree, sabían que Muay sería la menos feliz por la situación. 

Para Pete era la que más noble de las tres, su personalidad era tan parecida a la de Ae, que no le quedaba dudas de aquello, pero así como era noble, así de testaruda y celosa podía llegar a ser. Un Ae en pequeño y con cuerpo de niña. 

•Inolvidable•  Ae & Pete COMPLETAWhere stories live. Discover now