XIX: Carl.

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Carl

Cargué a Judith entre mis brazos mientras salía de la casa. Pude notar a mi padre acercándose a mi con una sonrisa en su rostro. Una vez que estuvo frente a mi, llevó su mano al pelo de Judith acariciándolo suavemente.

Alcé mi mirada nuevamente, encontrándome a Sophie, quien caminaba junto a Max a unos cuantos metros de distancia. Ella pareció notar mi presencia, sus ojos hicieron contacto con los míos y una pequeña sonrisa no tardó en aparecer en mi rostro. Ella imitó mi acción y con un pequeño rubor sobre sus mejillas siguió caminando.

Mi padre siguió mi mirada, notando la melena de la castaña alejándose. Aparté mi mirada en cuanto sus ojos volvieron a mi.

—Ella es muy bonita. —Soltó de repente. —¿Te gusta?

—Papá... —Reproché, reprimiendo una sonrisa mientras intentaba controlar el color en mis mejillas.

—No hace falta que digas nada. —Él soltó una pequeña risa. —Reconozco esa mirada.

Fruncí el ceño levemente.
—¿A qué te refieres? —Pregunté.

—La forma en que la miras. —Respondió. —Ya sabes, de la misma manera en la que Glenn mira a Maggie, o de la que yo solía mirar a tu madre...

Tragué saliva con algo de dificultad.
Sin dudas, nunca antes había sentido algo como esto.
Aquella sensación de cosquilleo en mi estómago al tenerla cerca de mi, al ver sus ojos cafés mirándome... Era una sensación diferente, pero maravillosa.
Y es que nunca antes había experimentado ese tipo de "atracción" hacia una chica.
Sophie había sido mi primer beso.
Y ni siquiera tengo las palabras necesarias para describir lo que sentí en ese momento... mi cabeza estaba hecha un desastre, pero mi corazón tan solo se aceleraba al escuchar su nombre.

¿Tenía miedo? Claro que sí. Aunque el estar con ella me hacía sentir cosas increíbles, no todo era color rosa. Constantemente mi mente me hacía volver a la realidad. La realidad en la que el mundo está acabándose, en la que pocos viven y muchos mueren, en la que me recuerda que todo tiene un fin.
Y es que esa era una de las razones de mi temor... que nada era para siempre.
Absolutamente nada.
Ni siquiera los problemas.

Pensé unos segundos si debería de hablarlo con mi padre, pues él podría darme una opinión acerca de lo que piensa ¿no? Pero antes de que siquiera procesar lo que le diría, mi boca actuó por sí sola.
—Besé a Sophie. —Confesé.

Él pareció sorprenderse ante lo que había dicho. Lo miré esperando una respuesta de su parte pero tan solo conseguí una sonrisa como respuesta.
—Genial. —Soltó.

Fruncí el ceño para después soltar un bufido y posar mi mirada en Judith, quien estaba sobre mis brazos profundamente dormida.
—¿No es genial? —Preguntó, algo confundido por mi reacción.

—Lo es. —Asentí, frunciendo mis labios.

—No lo parece. —Respondió.

—Es solo que... —Suspiré, mirándolo nuevamente. —Tengo miedo. —Confesé. —No quiero enamorarme, y perderla como... como perdiste a mamá. —Papá llevó su vista hacia el cielo unos cuantos segundos y suspiró. —Pero esa es la realidad y no puedo cambiarla, aunque quisiera. La gente muere y...

—La gente moría incluso antes de todo esto, Carl. —Me interrumpió. —En accidentes o enfermedades, eso siempre fue una realidad. Además, ¿cuál sería nuestro motivo para seguir adelante y querer sobrevivir sin amor en nuestras vidas? —Preguntó con una pequeña sonrisa formándose en su rostro. —Tu madre y tú fueron la razón por la que salí de aquél hospital, razón por la cual luché hasta encontrarlos. Ustedes fueron la razón por la que me mantuve con fuerza, Carl. Nuestros sentimientos es lo único que nos diferencia de todos aquellos caminantes. Es lo que nos hace sentir humanos, lo que nos hace sentir vivos... jamás renuncies a eso.

Relamí mis labios, procesando cada una de sus palabras.

—Vive como si fuera el último día. Ámala y demuéstraselo siempre. —Habló. —Aunque tu madre no esté más aquí, su recuerdo siempre está presente en mi mente ¿Y sabes por qué? Por amor, Carl. Y la muerte no es un impedimento para dejar de amarla, por que sé que algún día, ya sea mañana o en algunos años, estaremos juntos nuevamente.

Sonreí levemente.

Mi padre tenía razón.

No debía de renunciar a esto.

No debía de renunciar a Sophie.

(...)

—Hey. —Una voz me hizo volver a la realidad. Giré mi vista, encontrándome a Enid.

—Hola. —Saludé con una pequeña sonrisa.

Ella me miró unos segundos para después mirar a su alrededor, acomodó las correas de la mochila en sus hombros y frunció levemente el ceño. Supongo que le parecía raro el hecho de que estuviese solo, sentado en medio del bosque, mirando hacia la nada.

Si, a decir verdad era un poco raro.

—Es un buen lugar para pensar. —Hablé.

Ella asintió comprendiendo y su ceño se relajó.
Se sentó a mi lado y suspiró.
—¿Quieres contarme? —Preguntó.

—¿Qué cosa?

—Acerca de lo que estás pensando.

La miré, debatiéndome internamente si contarle o no.
Enid y yo tenemos una buena amistad.
No era un problema si ella se enteraba acerca de lo que estaba sucediendo entre Sophie y yo ¿o sí?
Es decir, ellas dos son amigas.

—Sophie y yo nos besamos. —Confesé.

Ella apartó su vista de la mía y miró hacia el césped.

—No sé si habrá algo más entre nosotros pero... estoy dispuesto a intentarlo. —Sonreí. —Ella realmente me gusta.

Enid negó levemente.
—Eso no puede ser, Carl. —Habló sin mirarme aún.

La miré confundido.
Sin dudas, esa no era la respuesta que esperaba.
—¿Por qué no?

—Porque Sophie y Ron están saliendo. —Respondió, posando sus ojos sobre mi.

¿Qué?

—Estás equivocada. —Fruncí mi ceño mientras negaba con mi cabeza. Me rehusaba a creerlo. —¿Ella te lo dijo?

—Ron lo hizo. —Enid sonrió sin ganas. —A mi me gustaba Ron. No eres el único corazón roto aquí.

Tragué saliva mientras apartaba mi mirada.
Dolía saber que posiblemente eso era cierto.

¿Sophie solo estaba jugando conmigo?
No pude evitar preguntármelo. No estaba dispuesto a perder mi tiempo en alguien que no me quería de la misma manera.

Las palabras de Enid se repetían en mi mente una y otra vez. Tendría sentido, pues anteriormente había notado alguna miradas de odio por parte de Ron, pero siempre creía que era mi imaginación.

Recordé aquel beso con Sophie.
¿Realmente todo era una mentira?
Me costaba creerlo.

Tal vez lo mejor era tomar mi espacio y renunciar a todo lo que sentía por ella.

Pero mi mente recordaba sus ojos.
Su sonrisa.
Su cabello.
El sabor de sus labios.

Y sabía que me sería difícil olvidarla

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Y sabía que me sería difícil olvidarla.

Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora