Capítulo 4

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"Vivencias de un peluquero: la caótica segunda cita"

El encargado del salón de belleza de la infame organización malvada (la única dirigida por un sombrero de copa con patas largas, una lagarta en celo mutada y una atractiva bolsa parlanchina) pasaba un pequeño plumero sobre su estación de trabajo, quitando las motas de cabello restantes. Concluida su tarea, encendió su tocadiscos y empezó a reproducir un disco de jazz instrumental.

Con la hermosa melodía del saxo tenor inundando la estancia, Alisbot se sentó en uno de sus sillones, estiro las piernas a lo largo de este y empezó a ojear su agenda, tal cual acostumbraba a hacer cuando estaba aburrido.

-Ah⁓...- suspiro de alivio nuestro protagonista, recordando con satisfacción la sonrisa nerviosa de su ultimo cliente satisfecho-. Veamos, ¿Quién vendrá ahora?

Siguió dando vueltas a su agenda con una mano, mientras la otra se estiraba hasta alcanzar un espejo de mano del mostrador, volviendo a su tamaño original. Alis observaba su reflejo con una sonrisa, asegurándose de que su imagen era tan pulcra y refinada como siempre, hasta que su otra mano, de forma automática, se detuvo en una hoja especifica.

Cuando por fin el robot había dejado de revisar el cuello de su traje por enésima vez, la atmosfera se rompió por completo.

La puerta se abrió y se estrelló contra la pared, casi siendo arrancada de su base; Alis, sorprendido, se apresuró a abrazar uno de los cojines, preparándolo por si era necesaria una distracción, no porque se haya asustado.

La puerta había sido abierta de una patada por la miembro más curiosa y extraña de la organización.

-¡Bum baby!

Sí, la amenaza escurridiza en persona había ido a parar a su peluquería. Aunque bueno, no era seguro llamar a esa cosa "persona", a saber de qué rayos estaba hecha.

-Señorita Demencia, que gusto me da que haya venido- dijo Alisbot con la sonrisa más falsa que tenía en su inventario, mirando con desagrado la nota en su agenda que le recordaba su visita.

Demencia cerró la puerta tras de sí con la misma fuerza de antes, sonriendo burlonamente.

-Pero por supuesto que te da gusto, después de todo, no todos los días tienes a la futura señora de Hat en tu peloqueria-

-Peluquería, señorita, pelúqueria- corrigió con rapidez, evitando que siguiera hablando sandeces.

La lagartija negó con el índice en alto, para luego dar un salto hasta sentarse en la silla de trabajo de Alisbot.

-Ah, pobre lata de aceite, ¿acaso no entiendes la diferencia? Se dice peloqueria, porque quiero que me arregles el cabello, no que me des una peluca. Parece que alguien no te programo bien, de lo contrario si lo sabrías. Qué pena por ti-. Empezó a reírse en tono de burla mientras tomaba una de las revistas de la mesa.

Al pobre Alis le hervía el aceite que corría por sus tubos de interconexión ante sus palabras. Primero, atreviéndose a compararlo con una mundana lata de aceite normal y corriente, mientras que él era una sofisticada maquina acicaladora, con más funciones cognitivas de las que esta primate tendría en su vida, sin mencionar que era mucho más versátil y analítico, con más conocimiento de estética y finura, y una gran cantidad de ventajas físicas y mentales en el campo de batalla gracias a su forma física.

Y luego, se atrevió a insultar a su adorado creador justo en su cara, como si ella fuera mejor que él y que todas las maravillosas cosas que había creado. No iba a permitir que esa homo sapiens con genoma animal entrara en su estación, le insultara, y luego se burle de su creador como si nada. ¡No iba a permitirlo jama-

Another Villainous AntologyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora