Capítulo 5

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"Vivencias de un peluquero: la singular tercera cita"

El sol ya estaba bajando por el horizonte, dando por finalizado ese día. Los Hat bots intercambiaban turnos, y algunos recargaban energía para la jornada que les tocaba, charlando unos con otros mientras disfrutaban su corto descanso. Las estaciones de trabajo cerraban una por una, los mecánicos dejaban sus herramientas, los de infantería dejaban de lado sus armas, pero aun había una estación que no cerraba.

Las luces que procedían del salón de belleza de la organización no se apagaban todavía, y el letrero de bienvenidos no era retirado. De hecho, a pesar de que dentro del local no había nadie, se podía apreciar un gran movimiento.

En medio de una nube de polvo, Alisbot usaba su mano aspiradora para limpiar todo lo que estuviera a su paso, aspirando suciedad, polvo y telarañas.

-Vamos, vamos, vamos- se decía a sí mismo para acelerar el paso-. Va a venir en cualquier momento, date prisa por favor.

Su otra mano se estiraba y acortaba, alineando y organizando cada objeto fuera de lugar, en un frenesí de limpieza nunca antes visto. Por un lado, los cojines del mueble eran aspirados con fuerza y por el otro, los libros de la estantería eran organizados alfabéticamente; luego, se intercambiaban los papeles, y donde antes organizaba una mano, ahora limpiaba un pañuelo y la aspiradora se había convertido en un aerosol y juntas sacaban brillo a los bordes de los asientos, a la mesa de trabajo y al espejo.

Luego de unos caóticos minutos, el salón estaba tan impecable que pareciera que fue inaugurado ese mismo día; todo estaba en su lugar, cada cosa estaba perfectamente limpia y, de añadido, todo el espacio se estaba llenando de un suave aroma a menta gracias a un aromatizante.

Alis exhalo con fuerza, dando por terminada su labor, y encendió su tocadiscos, dejando que sonara una delicada melodía de piano contrastada con el ritmo de los tambores, en una armoniosa balada instrumental.

Mientras sonaba, el peluquero se sentó en uno de los muebles y se conectó a si mismo al enchufe de la pared, recargando energía ante cualquier emergencia futura. Su próximo cliente no era del tipo más amable del mundo, de hecho, es correcto decir que era justo lo contrario.

Pasaron unos minutos de pura paz y tranquilidad, en los que se dedicó a maquillar a una calavera, cuando de repente la electricidad fallo de manera extraña, pues todo el voltaje subió de repente; la energía de Alis quedo al máximo de un momento a otro, y su enchufe salió volando impulsado por el flujo eléctrico.

El espejo empezó a temblar con violencia, amenazando con caerse de su base. Por fortuna, Alis ya se había acercado a ajustarlo y asegurarse de que se mantuviera estable, pero pronto tuvo que dejarlo porque su tocadiscos se estaba trabando, sonando de forma distorsionada. Ahora el blues instrumental se había transformado en una orquesta de pizarras de tiza siendo arañadas.

Angustiado, tuvo que desplegar su otro par de manos para emergencias, usándolas todas para contener el terremoto/desastre natural que estaba ocurriendo dentro de su peluquería. Una mano había ido a arreglar el tocadiscos, otra empujaba con fuerza la estantería para evitar que se quedara fuera de lugar, y las dos restantes atrapaban cada pequeño objeto que se caía de sus repisas.

Cuando nada en la habitación parecía poder empeorar, cuando ya todo era un caos indiscutible, ocurrió lo más extraño.

Tocaron la puerta.

Y el caos se detuvo.

Paro de manera tan abrupta que el peluquero por poco cayó al piso de la impresión. Volvieron a tocar la puerta, solo que ahora un poco más fuerte, y Alis se apresuró en dejar todo en su lugar dentro de lo posible. Luego, retrajo sus manos adicionales, quedando solo dos esta vez, y se acercó a la entrada.

Another Villainous AntologyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora