Capitulo 1

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La brisa del mar le daba de lleno en la cara, recargada en la reja de madera miraba la luna que iluminaba el agua marina. Algunos cuantos focos se extendían a lo largo del muelle de concreto sobre altos postes de madera, un suspiro dejó sus labios haciendo que un poco de brisa entrara en su boca. El sabor salado la inundó.
Meció los hielos de su bebida dándole vueltas en círculo al baso y después le dió un trago, estaba cansada, la despedida de soltera de Jane había sido en un mal momento.

Decidida a irse dió un último vistazo a la luna colindante con el mar, se giró y se dirigió al bar donde los gritos de alegría se hacían notar por sobre la música. Entró mostrándole al guardia la pulsera de plástico verde neon que era bastante incómoda de usar, se había separado de su grupo, pero ya no le importaba, ellos la había hecho a un lado por extraños. Se sentó en un espacio vacío en la barra del bar, pidió un tequila con soda de toronja y hielos. El tipo que atendía la barra le dió una sonrisa de lastima y le entregó su bebida justo cuando un hombre se sentaba en el lugar vacío a su lado derecho. Sin prestarle atención, le dió un sorbo a su trago.

— ¿Un mal día? — preguntó el hombre sentado junto a ella.
—¿Hum?— no era normal que un extraño le hablara.
— Solo se toma tequila cuando el día ha sido una mierda

Dirigió su mirada al hombre sentado a su lado, llevaba puesto una camiseta color negro un poco ajustada a su cuerpo con un estampado de líneas blancas verticales en el centro; algo muy sin chiste, un pantalón de mezclilla que le sentaba bastante bien, y sus zapatos, realmente no los alcanzaba a ver por la poca luz del bar, su cabello rizado de cubría un poco el rostro y las orejas, no podía ver sus ojos hasta que esté volteó a verla.

— Mucho gusto, me llamo Oscar — extendió su mano para saludarla con un semblante de seriedad.
— Yulia, con i griega — dijo sonriendo de lado, extendiendo la mano para aceptar el saludos.

Una pequeña risa se hizo presente en el rostro de Oscar, mirándolo de frente, Yulia pudo notar un pequeño tatuaje de una lágrima, así como un tatuaje de una cruz en el cuello que no había podido notar antes.

— ¿Tienes que aclarar eso siempre? — preguntó riendo sin disimular.
— Sí — dijo apartando la mirada de los ojos del chico para ver su trago, <<él es realmente intimidante>> pensó — todo el mundo lo escribe con jota.

Yulia dirigió su mirada hacia la mesa donde su grupo se había sentado, estaban riendo, sin duda no habían notado su ausencia, ni la notaría.

— ¿Fiesta de amigos? — dudó Oscar interesado dándole un trago a la cerveza que hacía poco un camarero le había traído.
— Así es, pero, no les hago falta — suspiró mientras le daba un trago a su bebida. — ¿Y tú?
— Solo vine a desahogarme — bebió otro sorbo de su cerveza.
— Pues, soy buena escuchando — se giró en su banquito para quedar de frente a Oscar.
Rió amargamente, — No suelo contarle mis penas a los extraños.
— Ni yo suelo hablar con ellos — dijo levantando los hombros para restarle importancia.

Se quedaron en silencio un momento, solo mirándose, la música parecía distante y las luces borrosas, ambos terminaron su bebida de un sorbo.

— ¿Te gusta el mar?
— Sí, ¿Por qué? — dudó ella.
— vamos a caminar, yo invito la cerveza.

Mirando a sus "amigos" por última vez asintió con la cabeza, Oscar pidió dos cervezas y salieron del bar, el cansancio había desaparecido del cuerpo de Yulia, aquel tipo era demaciado interesante para rechazarlo.
Caminaron por el muelle oscurecido por la noche y llegaron al final donde la reja de madera cortaba el paso hacia las grandes rocas dónde las olas chocaban creando una brisa salada, se sentaron en el suelo de concreto  mojado por la brisa marina, cada uno con su respectiva cerveza en la mano, Yulia no solía irse con extraños de esa manera, pero el rechazo de su grupo de amigos nublaba su razón.

—Lindos tatuajes — habló ella después de un rato, en la cruz de su cuello se podía leer Santos y Yulia sabía perfectamente de dónde era aquel tatuaje.
— Pfs, si vivieras donde yo lo haré, no creerías que es tan grandioso.
—Quiza lo haga — respondió ella dando un trago de su cerveza.
— ¿Hacer qué?
— Vivir el Freeridge.

El semblante de seriedad de Oscar se volvió de asombro, definitivamente no esperaba aquella respuesta de su parte, se suponía que en ese lugar el era otro, nadie sabía de dónde había salido ni a dónde regresaría.
Notando su desconcierto Yulia  volvió a hablar.

— Viví ahí un tiempo con mi tío, es mi única familia, ahora regresaré por otras razones.
— Ahogo mis penas en alcohol porque mi esposa me dejó, se divorció de mi después de perder a nuestro bebé antes de que naciera, dijo que encontraría un nuevo comienzo.

Yulia se quedó atónita, seguramente él ya estaba borracho, no esperaba que le confesara eso tan rápidamente, el silencio reinó de nuevo. Tratando de no sentirse tan incómoda Yulia sacó su celular del bolsillo de su pantalón, ni siquiera sabía que haría en el. Sin pensarlo Oscar arrebató el celular de Yulia, escribió en el su número telefónico, se levantó y le arrojó el celular con delicadeza en el regazo, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, se inclinó un poco y se lo extendió a Yulia, que entendió lo que tenía que hacer, anotó su número de teléfono y se lo regresó a Oscar.

— ¿Tienes quien te lleve a tu casa?
— No, pero no está muy lejos de aquí, caminaré.
— Es muy tarde para eso — le extendió la mano para ayudarle a levantarla del suelo y ella aceptó con un poco de duda —, tranquila, no muerdo. A menos que quieras — dijo para después soltarse a reír.

Caminaron tranquilamente hasta el estacionamiento del bar y llegaron hasta un Impala Rojo del, ¿64?, No sabía mucho de autos, pero los amaba. Sin hablar subieron a él, el chico pareció notar su nerviosismo por lo que no puso los seguros de las puertas, Yulia le dijo su dirección y pasaron el camino sin platicar, hasta que por fin llegaron a una casa de dos pisos color blanco con azul aqua junto a la playa, Oscar detuvo el auto, bajó de el y le abrió la puerta a Yulia para que bajara también.

— Linda casa — observó Oscar.
— Gracias, lindo auto — devolvió el cumplido — estás invitado un día de estos.
— Quizá nos veamos luego, te llamaré — aseguró él.

Cuando estaba por retirarse Oscar le dijo:

—En Freeridge me llaman Spooky. 

Yulia se despidió con un asentimiento de la cabeza y cerró la puerta, subió a su habitación, tiró los zapatos en el blanco piso, cuando su celular comenzó a sonar.

— Olvidé decir buenas noches.
—Buenas noches — respondió ella entre risas y colgó la llamada.

Corrió a la ventana y pudo ver a Spooky subir a su auto y arrancarlo rumbo a la carretera.

Espero les guste, les dejo el primer capítulo 🤭❤️

THE LAST BULLET (En pausa por edición)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن