Capitulo 21

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Camila

—¿Tampoco la has visto Vin?

—No, desde ayer —respondió.

—Muy bien, gracias —dije y terminé la llamada.

Mientras miraba al suelo, una extraña sensación volvió a mi estómago.
Había esperado en el estudio de Lauren durante horas, pero no se presentó.
Había intentado llamarla a su celular, pero la batería debió haber muerto. Vin no la había visto, así que supuse que estaba en la casa de Dinah.

Un asomo de sonrisa se dibujó en mis labios mientras pensaba en lo nerviosa que Lauren estaba por contarles a sus hermanas acerca de su exhibición, sus imágenes... lo que había estado haciendo durante años. En mi bolso tenía sus invitaciones para la inauguración de mañana por la noche, una para Dinah, Taylor y Normani.
Tenían que estar allí. Todavía no estaba segura de sí Lauren haría acto de presencia. Adiviné que no, todavía estaba en contra de que la gente supiera quién era, pero su familia debía ver su trabajo... después de todo, ellas eran la fuente de su inspiración.

En cuestión de minutos entre en el estacionamiento de Dinah y estacioné mi coche. Llamé a la puerta y después de una corta espera bajo la lluvia, Dinah abrió.

Agachándome desde el aguacero, corrí por el pasillo sacudiendo mi gabardina.

—¡Que maldito diluvio! —grité y finalmente miré a Dinah. Su rostro estaba pálido y me miraba con ojos tristes.

—¿Estás bien, Di? —le dije y miró hacia arriba. Taylor estaba caminando melancólica con los ojos enrojecidos.
Mi estómago cayó.

—¿Qué? —susurré. Mani entró desde la cocina— ¿Que está pasando? ¿Dónde está Lauren?

Unos escalofríos recorrieron mi columna vertebral por la forma en que estaban todos mirándome, cuando Dinah puso su mano en mi brazo.

—No es quién crees que es, Mila —Su voz sonaba ronca como si hubiera estado llorando durante horas.
Mi mirada se precipitó alrededor de los tres y pregunté:

—¿De qué demonios estás hablando?

—Lauren —dijo Dinah—. Ha estado vendiendo coca de nuevo. —Sentí que la tierra desaparecía debajo de mí, y dije:

—¿Qué? ¿De qué diablos estás hablando? Nunca lo haría de nuevo.
—Dinah negó.

—Lo siento, Mila, pero es verdad. No quiero malditamente creerlo tampoco, pero fui a ese mercado de pescado donde estaba trabajando desde su libertad condicional y ni siquiera habían oído hablar de ella. Mintió, Mila. Ha estado mintiendo todo este tiempo.

—¡No! —dije sacudiendo mi cabeza, tratando de imaginar qué diablos había ocurrido aquí esta tarde. Dinah levantó la mano.

—Encontré una bolsa de coca en su habitación, Mila. ¡Cocaína! Ha estado traficando desde que llegó aquí, y peor aún, trajo esa mierda a mi casa. Le dije que se fuera. No puedo tener más esa mierda entre nosotras. No puedo dejar que mi familia se involucre en ese tipo de vida nunca más.

Una mezcla de miedo y simpatía inundó mi pecho y mi mano voló sobre mi boca.

—Tú... ¿tú le pediste que se fuera?—Dinah asintió.

Sweet hope; Camren GiPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora