Prologo

829 65 9
                                    


Sus manos temblaban, estaba sudando y sabia que estaba pálida y es que no podía evitarlo, frente suyo estaban "esos hombres". Aquellos que había visto mas de una vez hablando con su padre afuera de la casa, vigilando las a ella y a su hermana después de que salieran de la escuela e incluso haberlos visto en el hospital donde estaba internada su madre luchando contra el cáncer de mama  que había desarrollado  hace tres años . Al principio no le tomo importancia por que su padre les decía que eran unos "amigos" de el y de su madre pero después de un tiempo creyó lo contrario por que si ese fuera el caso nunca fueron a visitar a su madre, siempre estaban en la sombra observando y sus miradas a ellas, eran morbosas y  degeneradas. Desde ese entonces tubo mas cuidado y también con su querida hermana por que su instinto le decía que sucedería algo, algo muy malo y no se equivoco.

Hace tres días que su madre había muerto, ya no pudo soportar el tratamiento, necesitaba paz, descansar ya de ese dolor que tanto la atormentaba y tuvo que dejarla ir, dolió, joder, vaya que si dolió pero sabia que ella estaría en un lugar mejor. Ella y su hermana ruri lloraron hasta que sus ojos se secaron. Su padre se volvió loco llorando de rabia  y dolor, culpando a los médicos, reclamándoles que no habían hecho nada para mejorarla, tuvieron que sedarlo.

Al día siguiente les dieron las cenizas de su madre  y con el corazón roto regresaron a su hogar  pero esa misma noche su padre salio sin decir nada y no llego si no dos días después nervioso y algo inquieto.
Sabia que pasaba algo malo, lo presentía pero tuvo algo de fe en que no era nada y que todo estaría bien. Que equivocada  estaba.

-—Vaya, vaya, que bueno que aparecieron linduras. Hasta ya planeaba en que las fueran a buscar- dijo uno de ellos.

Era mayor, muy alto, su barba era muy peculiar y bestia un traje  negro de calidad al igual que sus zapatos.

-—Papá ¿que esta pasando? ¿quienes son estas personas?- pregunto al que sabia les debía unas respuesta a las dos.

—Hija...¿recuerdas que ..te dije que había pedido un préstamo en el banco... para el tratamiento de tu madre?- pregunto nervioso el mayor.

kohaku asintió en respuesta. Según el, lo pagarían dentro de dos años y ella le ayudaría al igual que ruri. Conseguirían trabajo, dos si era posible con tal de ayudar a su padre, pero todo se fue al traste por que al final, su madre no esta ahí pero esa deuda si.

—Jajajaja ¿en serio les dijiste que el banco te había dado el préstamo?. Si que les mentisteis bien a tus hijas kokuyo- exclamo divertido el mismo hombre viejo de barba peculiar.

—Papá, ya dinos. ¿Quienes son ellos y que es lo que esta pasando?- pero su padre no dijo nada, solo se puso mas nervioso y pálido.

—Papá, por favor explicanos- dijo con suavidad su hermana. Su vos siempre fue así y por eso le costaba que las personas la escucharan, pero con el silencio en la sala su vos se escucho muy bien.

—Bueno, como tu no tienes los cojones para decirles les diré yo. Su padre me pidió el préstamo a mi. Yo soy ibara, jefe del grupo yakuza "ibara" y le advertí que si no tenia mi dinero para  este plazo, me las daría a ustedes como garantía de pagó- dijo con una gran sonrisa en su rostro y sin compasión.

Las dos quedaron en shock . No, no podía ser, su padre las amaba, nunca haría algo tan ruin como poner a sus hijas como una garantía.

—No.. no..¡¡NO!!......mi padre no pudo hacer eso!! no le creo!!. Eso seria..eso es algo horrible, no diga cosas  que no son verdad viejo mentiroso-gritándole con ira a aquel hombre. Pero lo que no vio venir, fue que el se levantaría  y le diera una fuerte bofetada haciéndola caer al suelo.
Su hermana fue en su ayuda para levantarla.

—¡¡Mocosa impertinente!!!. Como te atreves a levantarme la vos e insultarme. Van a necesitar  disciplina  y mas a ti, por lo que que veo- mencionó mirando a kohaku y esta sin dejarse le devolvió la mirada feroz, ignorando el dolor en su mejilla y su labio partido.

—Ya me canse de esperar en esta pocilga. Agarren las y lleven las al auto, si intentan escapar ya saben lo que tienen que hacer- diciéndoles  a sus hombres, que las sujetaron y arrastras las llevaron a fuera.

kohaku pataleaba, trataba de morder al hombre que la sujetaba, trataba con todas sus fuerzas de escapar pero lo único que logro fue que le dieran otra bofetada y mas fuerte.

—¡NO! ¡DEJEN NOS, SUELTEN ME! ¡DEJEN A MI HERMANA!. ¡PAPÁ! ¿COMO PUDISTE HACERNOS ESTO? - reclamó con rabia y una profunda tristeza a su padre que en todo ese momento, no movió ni un dedo para ayudarlas o defenderse de las acusaciones a su persona. Dándoles a entender a las dos que todo era verdad.

—Lo siento, pero era a elina a quien quería a mi lado........era a ella a quien quería salvar y si eso significaba sacrificarlas, lo hubiera hecho todas las veces que fuera necesario. Amaba a su madre con todo mi corazón...pero no a ustedes- dijo kokuyo sin ningún remordimiento, sin culpa, sin ningún afecto.

Esas palabras calaron hondo en su corazón, en su alma. El nunca las amo, solo fingió y ellas solo fueron animales criados para el matadero. Al final solo se dejo llevar al auto, se sentía en el aire, sin ninguna fuerza. Al entrar se encontró a su hermana llorando y que al verla la abrazo. Eso era lo que necesitaban en sus corazones, consuelo, pero duro poco por que escucharon a ese viejo horrible  hablarles.

—Escuchen bien por que no lo repetiré una segunda vez. Si se portan bien recibirán premios  y lujos pero si se portan mal, abstengan se a las consecuencias. Serán un buen material para uno de mis mejores clubes que poseo-mirándolas depravada mente lamiendo sus labios en el proceso.

No hubo necesidad de saber a que se refería, las iba a prostituir o algo más peor. Lo sabia. Y kohaku le pedía al cielo que le diera las suficientes fuerzas para soportar el infierno que les esperaba a ella y a su hermana.

Amar a un Yakuza Where stories live. Discover now