CAPITULO 40

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El enemigo se dividió en dos, mientras un caballo blanco salía de detrás de los soldados. El hombre que estaba encima del caballo blanco llevaba una túnica violeta, junto con ropa sedosa, y no tenía ni la más
mínima mirada de soldado. Su mirada era serena como un lago tranquilo, y miró más allá de Chu Qiao y los demás. Con arrogancia abrumadora en su rostro, esperó un rato antes de abrir la boca.

—No son más que un grupo de refugiados. Retirada.

—¡Maestro! —Un oficial salió disparado y rápidamente preguntó—: ¿Cómo podrían ser
refugiados? Son extremadamente hábiles en el combate, y definitivamente es una fuerza de élite del ejército de Yan Bei.

Al oír eso, el hombre levanto levemente una ceja. Mirando hacia abajo desde su caballo, el hombre miró a ese oficial por el rabillo del ojo antes de preguntar:

—¿Tienes algún problema con mi juicio?

El hombre se quedó inmóvil y se arrodilló en el suelo.

—No me atrevo.

—Entonces, ¿crees que estoy en connivencia con el enemigo para traicionar a mi país? ¿O que mi
cerebro tiene un problema?
El sudor corría por la frente del oficial. Nervioso, dijo:

—Estoy confuso. No me atrevo.

El hombre levantó la vista sin siquiera mirarlo.

—Ya que no te atreves, entonces sabes qué hacer.

—Sí, sí, lo sé. —El hombre se puso de pie y ordenó a sus soldados—: ¡Retroceded, reroceded! Las tropas en la parte de atrás, retiraos primero. Los otros, seguid en orden.

El hombre de púrpura se dio la vuelta. Antes de irse, su mirada se encontró con la de Chu Qiao. La joven estaba vestida de blanco y parecía frágil. Sus ojos eran grandes. Agarró las riendas de su caballo y permaneció en silencio. El viento pasó por su cabello y creó un patrón de radián perfecto, como una gota de tinta que había hecho contacto con el agua.

Las fuerzas enemigas, conformadas por más de 3.000 personas, se retiraron justo frente a ellas, evitando al grupo de 1.000 “refugiados”. La batalla comenzó por sorpresa y terminó por sorpresa. Alguien finalmente se acercó y preguntó en voz baja:

—¿Se están yendo así sin más?

Todos miraron asombrados.

Después de mucho tiempo, alguien respondió:

—¿No visteis que la General está aquí? Ellos se asustaron por ella.

—He Xiao, reorganiza el ejército primero. Enseguida vuelvo.

Mientras Chu Qiao se preparaba para perseguir al enemigo, He Xiao se sorprendió y tiró de las
riendas de Chu Qiao. En voz alta, exclamó:

—¡General, por favor, no lo haga! Si caes en manos del enemigo, nunca podremos expiar nuestros pecados, incluso si morimos.

—No te preocupes. —Sonrió Chu Qiao—. Nada pasará. Esa persona... —Sus palabras se detuvieron de repente. ¿Qué palabra usaría para describir la relación entre ellos? ¿Enemigos? Opositores? O...—… es mi
amigo.

Continuará

☠️THE LEGEND OF CHU QIAO (TOMO 7,FINALIZED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora