CAPITULO 88

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repente, sintió que el hombre que tenía delante de ella parecía muy desconocido, como si siempre hubiera sido un extraño. Ella no quería decir nada, y tampoco preguntar nada.

Arrastrando su cuerpo fatigado, ella cayó hacia atrás, y solo quería irse.

—Detente ahí. —Una profunda voz resonó.

Yan Xun caminó lentamente, mientras los soldados se separaban para darle paso. Solo He Xiao se paró ante Chu Qiao, y miró al Rey de Yan Bei.

—Piérdete. —Yan Xun fríamente instruyó.

El joven general levantó la cabeza y, sin miedo, lo miró. Con silencio, He Xiao respondió a Yan Xun.

De repente, Yan Xun sacó su espada.

Al mismo tiempo, Chu Qiao balanceó la suya.

Los años que pasaron entrenando juntos significaban que ella ni siquiera tenía que mirar para saber cómo había girado su espada. Un violento choque de cuchillas lanzó chispas, chocando contra los ojos de cualquier espectador.

Yan Xun sonrió.

—¿Así que me lanzarías tu espada por este sirviente? Pensé que solo harías una cosa así por Zhuge Yue.

Chu Qiao levantó la cabeza y, con sus ojos oscuros, miró esos ojos familiares. Sin embargo, no tenía forma de relacionar esos ojos con el niño gentil y guapo que una vez conoció. En este momento, Yan Xun
finalmente había escapado de sus recuerdos y se paró frente a ella. La realidad era tan despiadada, como la utopía en su mente finalmente se rompió y colapsó, incapaz de ser reconstruida de nuevo.

—Yan Xun, me mentiste.

Yan Xun no mostró ni un solo tinte de remordimiento, mientras afirmaba con calma:

—Si no te mentiera, ¿cómo podría tenderle una trampa?

Sintió como si mil flechas le atravesaran el corazón a la vez.
Chu Qiao sonrió amargamente, pero no salieron lágrimas. Con inimaginable fatiga y desesperación, lo miró confundida y negó con la cabeza.

—Yan Xun, ¿desde cuándo cambiaste tanto? —Su voz era como el chillido de un pájaro que acababa de perder su nido.

Ya no era esa general invicta en el campo de batalla, ni esa estratega talentosa, ni la Maestro sabia y decisiva de Xiuli.

En este momento, ella no era más que una mujer a la que le tocaron sus sentimientos, y los años de sus esfuerzos y emociones parecían ser en vano.

Yan Xun respondió firmemente:

—AhChu, dijiste que yo había cambiado. Pero en realidad, tú también has cambiado. El general de Xia entró secretamente en Yan Bei, pero no me informaste y te volviste contra mí en este preciso
momento. Como el rey de Yan Bei, ¿qué hay de malo en matar a un soldado de Xia? Si no hubiera predicho tu reacción, ¿por qué me molestaría en desperdiciar tanto esfuerzo para engañarte?

¿Podría ser que Yan Bei y yo
no coincidimos con Zhuge Yue en tu corazón?

Temblando, Chu Qiao lo miró fijamente.

Después de mucho tiempo, una risa enloquecida salió de su boca.

—Yan Xun, si hay un día en que Yan Bei comience una guerra con el Imperio Song, ¿engañarías a tu amigo en el Imperio Song y luego la matarías?

Continuará

☠️THE LEGEND OF CHU QIAO (TOMO 7,FINALIZED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora