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En la primera oportunidad que tuve busqué un tiempo para estar a solas, pues comenzaba inquietarme no haber podido hablar sobre el tema de Paige desde el día número uno. Salimos a caminar por su antiguo barrio para asegurarnos de no ser interrumpidos. No me sorprendió cuando dijo que la charla sobre la ruptura no fue sencilla para ninguno de los dos, en esencia porque ella necesitaba una respuesta, que él le dijese por qué su relación no podía continuar. Jackson, reacio a confesar lo nuestro, había antepuesto la excusa de la distancia y que ya no era lo mismo que antes. No quiso entrar en detalles conmigo y no le exigí que lo hiciese, pues a mi modo de verlo, yo le había pedido ya demasiado como para agregar más a la lista. Él estaba dando su mejor intento y para mí, eso era suficiente.

El resto de nuestra semana en Las Vegas fue refrescante como un rocío primaveral. Nos quedamos en la casa de mis padres, y pese a que al principio fue un poco raro para todos, con el pasar de los días todo fluyó de una manera preciosa. Tal y como lo que yo siempre quise sin saber. La extrañeza arrastrada por todos los cambios en tan poco tiempo se disipó de mis entrañas con una velocidad impresionante, dejando en las profundidades de mi pecho nada más que dicha en el estado más puro que hubiese visto jamás. Era tan viva y luminosa que solo podía compararla con el resplandecer tintineante del oro líquido bajo el sol ardiente del mediodía; o con el sentimiento de flotar sin preocupaciones en el mar Jónico en abril, cuando las aguas sicilianas no podían ser más perfectas.

A pesar de todo, como todo lo bueno siempre termina, fue imposible postergar demasiado nuestro regreso a California. Evadir responsabilidades era un lujo que ya éramos incapaces de darnos, pues teníamos mucho trabajo y, según nuestro mánager, el tiempo encima. Era hora de comenzar a planificar nuestro nuevo proyecto.

Raphael nos dijo, semanas antes, que las probabilidades apuntaban a que Waterhunt se levantaría victorioso durante la temporada de premios a comienzos del año, respaldando sus predicciones en el éxito de nuestras canciones en las listas de popularidad y la demanda del público, así como la recepción de los críticos, que nunca eran fáciles de complacer. Por ello, debíamos comenzar a elaborar aunque fuese un sencillo que poder lanzar justo después de que terminasen las premiaciones, cuando tuviésemos toda la atención del mundo sobre nosotros.

Debido a todo eso, las últimas semanas del noventa y cuatro e inicios del noventa y cinco, fueron complicadas como pocas otras. Estuvieron empapadas no solo de las inquietudes típicas que suponían crear nuevo material, sino que se le sumaban otros detalles. Es fácil suponer que teniendo ya un nombre establecido, una base de fanáticos y un mercado seguro, las probabilidades de dar un tropezón se reducían a un número tan bajo que resultaba ridículo, y sí, pero no del todo.

Thrill Titanium se caracterizó por ser un juego de azar, una apuesta arriesgada con una propuesta todavía más atrevida para una disquera luchando por terminar de consolidarse como un sello importante. An Alternative Life, el exitoso intento de establecernos como algo seguro dentro de una industria donde todo tendía a ser esporádico y voluble. Ya ahí, en un escenario seguro con los empresarios felices, nuestro tercer álbum era un evento importante porque se trataba del último antes del fin de nuestro contrato con Nine Circles. Después de su estreno tendríamos que renovar o buscarnos espacio en algún otro lugar.

―No quiero hacer lo mismo que hemos hecho hasta ahora ―dijo Jackson, en una de nuestras tantas juntas, esas en las que nos rompíamos la cabeza tratando de averiguar qué era lo que seguía para nosotros como banda―. Quiero decir, nuestra música está bien, eso lo sé, me gusta; pero quiero que esta vez sea distinto. Menos simple, algo osado y audaz. ¿Entienden de lo que estoy hablando? Quiero que produzcamos algo diferente a lo que todos los demás están haciendo.

Aquel día, todos nos encontrábamos muy fumados, como era común, y quizá fuese en parte esa la razón por la que nos pusimos de su lado con una facilidad asombrosa. Admitiré que aquella decisión fue influenciada por el ego de querer demostrar que éramos capaces no solo de sobrevivir, sino de continuar en el camino de la evolución; crear canciones más complejas que fuesen más allá de un entretenimiento tan sustancioso como la comida de una hamburguesería rápida. Era una necesidad enfermiza que corría por todo el medio y terminó por contagiarnos.

Al final te quedas | DISPONIBLE GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora