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Maratón 1/3

Su reflejo era tan extraño y temía que este fuera exactamente como lo observaba, si pudiera darle un adjetivo a su vista aguda sería que viene con zoom. Podía ver cada pelo saliendo de la raíz de su cuero cabelludo, veía las pequeñas grietas en sus labios incluso las que no sabía que tenía, además podía ver sus ojos. Ella sabía que no eran normales, no eran parecidos a los de los Cullen o Victoria o ningún otro vampiro que ha conocido en su corta vida. Eran una extraña mezcla entre sus ojos humanos y un tono anaranjado intenso, como el de un hermoso atardecer en donde el cielo arde con elegancia.

Llevaba más de una hora sentada en frente de su espejo examinando su reflejo, se había quitado su pijama por curiosidad quedando en sólo su ropa interior. Su piel era más pálida que antes, su anatomía no cambió, seguía siendo delgada pero no al extremo. Su cabello era sedoso y no era pajoso como antes, brillaba. Ya no poseía ese color café rojizo opaco enfermizo, ahora tenía movimiento. Pero lo que si había cambiado era su rostro, hasta ella admitía que se veía distinta, tenía facciones más suaves, piel tersa y sus ojos resaltaban más.

— Soy...linda— murmuró confundida y arrugando la nariz—. Hubiera preferido caderas más anchas y unos kilos más— mascullo colocándose otra vez su pijama y la manguera del tanque del oxígeno.

Se acercó a la ventana y la abrió se par en par, la brisa fría que la tendría ya con complicaciones para respirar apenas le hizo cosquillas. Esa madrugada debían haber al menos unos cinco grados bajo Celsius.

No le quedó más remedio que pasar el tiempo hasta que se hiciera de mañana y sus padres se levantaran. Escucho música, se arregló las uñas, escogió una y otra vez su ropa que se pondría, y cuándo ya no sabía que más hacer volvió a la ventana para ver como el sol salía. Abrió la ventana de par en par y espero paciente a que el sol saliera comenzando a iluminar con su luz. Alzó lentamente su mano, con cautela y en cuanto sus dedos llegaron a la luz pudo ver ligeros destellos como de pequeños diamantes incrustados en su piel.

Era algo tan hermoso y trágico a la vez.

Después de desayunar con sus padres, en donde sólo pudo tomar unos sorbos de jugo de naranja y revolver sus huevos por todo el plato para hacer parecer que había comido, les pidió permiso a sus padres si podía salir a caminar un momento.

En cuanto salió por la puerta trasera sintió la presencia de una persona a unos metros en el bosque, caminó como humana y cargando su tanque con una sola mano con facilidad.

— ¿Qué tal tu noche? ¿Dormiste bien?— se mofó Paul.

— Dormir era un problema para mi antes, pero ahora que no lo necesito es lo que más anhelo— admitió soltando un suspiro mirando con una pequeña sonrisa a su amigo. Se quitó la manguera y escondió el tanque de oxígeno entre unos arbustos de forma que no se vieran de ningún lado.

B R E A T H-Jasper HaleWhere stories live. Discover now