Capítulo 13.

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¡Hola mis bonitos lectores! Me atrase bien feo con este capítulo porque~ es el que más edición tiene, de hecho lo volví a escribir, o sea son las mismas escenas pero el enfoque que tomó es diferente. Una diferencia que he notado desde que entre al fandom es que comprendó mucho más a los personajes, por ende hay ciertas cosas que se respetan para mí, sin querer. Espero que eso se note acá. Narra Eiji.

¡Espero que les guste!

Aunque esos jades fueron la condena de mi Príncipe Feliz, la locura de mi sombrerero cuerdo y la rosa muerta de mi principito, seguí amándolos con cada pedazo de página perdida que le restó a mi corazón

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Aunque esos jades fueron la condena de mi Príncipe Feliz, la locura de mi sombrerero cuerdo y la rosa muerta de mi principito, seguí amándolos con cada pedazo de página perdida que le restó a mi corazón.

El suave bamboleo de los árboles entreverado a una acuarela de verdes en la facultad, la sombra de los alerces, las cosquillas de las hojas contra mi espalda, la fragancia de las flores vanagloriando la juventud. Parecía verano. Los rayos del sol se posaron sobre sus pestañas para convertirlas en oro disuelto, sus párpados se encontraban levemente presionados, su cabeza estaba acomodada en mi regazo mientras sus brazos forjaban un refugio alrededor de mi vientre. Me hallaba sentado en una madriguera de capullos y rocío. Tensión y magia. Silencio fue lo que acompasó su respiración en aquel lejano rincón de la universidad. El corazón me palpitó con una abrumadora calidez, mis mejillas ardieron, su sonrisa me confirió una razón para ser, también me la arrebató. Tras un adorable ronroneo él me entregó esa mirada, el reflejo del alba dentro de sus ojos me quitó el aliento, porque solo a través de estos pude darle un beso sin siquiera tocarlo, eran los puntos suspensivos en el rostro de Ash Lynx. Él me sonrió, yo me derretí. El tiempo se paralizó solo para él, era tan injusto.

Él me gustaba tanto que resultaba cruel.

—¿No deberías estar terminando tu tesis? —Su voz fue electricidad líquida bajo el susurro de los árboles, un pétalo se había enredado en el campo de trigo que era su cabello y las mentiras escritas en su piel—. ¿Qué es lo que estás haciendo acá conmigo, onii-chan? —Él se dejó mimar, el roce fue chispeante y delicado. Lo fue todo.

—Tú me pediste que fuese tu almohada. —Él contuvo una carcajada contra mi suéter, sus palmas se enredaron en mi cintura de manera aniñada, su rostro se hundió en mi vientre. Descarado y magnético. Fiebre corrió desde mi cordura hacia un palpitar muerto.

—Pudiste decirme que no. —Mis movimientos cesaron en la punta de su flequillo, su cuello se hallaba frío—. Pero estás acá. —La mañana era agradable.

—Un americano delicado me chantajeó para venir. —Su respiración me quemó el vientre—. ¿Debo recordártelo? —Tiré de sus mejillas con suavidad, un adorable quejido fue la respuesta que me entregó, sonreí, satisfecho. Él era lindo.

—Acusarte con la víbora no es algo que considero chantaje. —Sus palabras humedecieron mi estampado de Nori Nori, el viento revolvió mi flequillo, me relajé—. Lo único que asusta de él es su terrible personalidad. —El tacto fue reconfortante y natural. Cada lugar donde él acarició se volvió adicto.

La tentación del lince.Where stories live. Discover now