Capítulo 14.

1.2K 141 1K
                                    

¡Hola mis bonitos lectores! Estos son de los capítulos que más me gustan en este trama así que a darle con todo. Muchas gracias por leer, narra Ash.

Un brindis por Eiji Okumura, el novio con los ojos más bonitos del mundo y el mundo más frío dentro de ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un brindis por Eiji Okumura, el novio con los ojos más bonitos del mundo y el mundo más frío dentro de ellos.

Un brindis por Ash Lynx, el cobarde al que no le importó ir robando corazones para huir en la marcha nupcial.

Un brindis por nosotros dos y la historia que jamás fue escrita tras dar el «acepto». Que hable ahora o calle para siempre. El amor entre nosotros dos era tan desbordante, lo único que pude hacer fue ahogarlo en un silencio.

Suspiré, tratando de concentrarme en los papeles que tenía entre mis manos, intentando conferirle un significado al sinsentido de la tinta y a un despiadado tik tak. El fulgor del atardecer le otorgó un toque hogareño a mi apartamento, el invierno se vio aplacado por su respiración. Él se encontraba cerca, su aliento se derritió contra mi cuello mientras observábamos aquellos documentos. Electricidad y magnetismo. Peligro y adiós. Mi espalda crujió contra el respaldo cuando me estiré, la silla era incómoda y vieja, esa roñosa que había conservado solo para él. Dejé su tesis encima de la mesa, el silencio en el comedor fue escalofriante, se hallaba impregnado de latidos en fragmentos. Cuando vislumbré esos infinitos ojos cafés, supe que yo era suyo. El corazón me martilló con violencia, las palmas me temblaron sobre el regazo, me mordí la boca. Amarlo era una sensación tan destructiva que me terminaría por matar, lo sabía. Mantenerme lejos sería lo mejor, debería irme, debería subir más alto en mi Kilimanjaro. Él no pertenecía a este mundo de asesinatos. Que hable ahora.

—¿Crees que quedó bien? —O calle para siempre, sin embargo, mis manos ya se encontraban tomando las suyas—. Es solo el primer borrador, pero... —Su mirada fue una eternidad ilusoria bajo la timidez primaveral—. Tu opinión es importante. —Vasta, profunda, e increíblemente brillante. Los pensamientos me tiritaron en un océano sinfín.

—¿Bromeas, onii-chan? —Él se relajó—. Con un par de ajustes quedará perfecta. —Una pequeña sonrisa se posó sobre unos labios demasiado tentadores y dulces como para dárselos a alguien más. Él no era mío.

—Que bien se siente escuchar eso. —Pero yo era de él—. Con la reunión de Ibe tan encima, no creí poder terminar el borrador. —Otro nombre se encontraba grabado sobre su anillo. Mis palmas se deslizaron desde las suyas hacia su cintura.

—Aún tienes algunas cosas que arreglar, no te confíes. —Me aferré a él, con suavidad, temiendo romperlo—. Bajas la guardia con demasiada facilidad. —Aterrado por mancharlo.

—¿Lo hago?

—Lo haces. —Lo tiré para que quedase a horcajadas encima de mi regazo. Tarde. Demasiado tarde. Mis manos sobre su espalda, sus piernas alrededor de mi cadera, sus pies colgando contra la silla, su rostro sobre el mío. Adictivo.

La tentación del lince.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora