Capítulo 20.

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¡Hola mis bonitos lectores! Les dije, nos vamos con todo esta semana porque se acaba el fic. El capítulo de hoy es muy lindo, lo narra Eiji, así que espero que les guste.

 El capítulo de hoy es muy lindo, lo narra Eiji, así que espero que les guste

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¿Cómo podía escapar de donde no recordaba haber entrado?

Con su indiferencia él convirtió mi cuerpo en una estatua, con sus manos él desgarró alas de sueños e infinidad, con su boca él llenó de silencio mi existencia, con sus ojos él me dejó vacío en la obsesión de la tormenta. Cada vez que me levantaba él se encargaba de enterrarme un poco más, si sepultaba mi espíritu lo suficiente entre aquellas letras plateadas no me atrevería a volar. Si él me amaba no debió hacerme miserable. Si yo me amaba no me debí ignorar. Fue como si yo mismo me hubiese colocado una mordaza mientras él colgaba mi esperanza en una cuerda. Lo triste de esa relación fue alguna vez haberla considerado romántica en lugar de violenta.

¿Qué tanto me debí haber odiado para aferrarme a él?

No había nada más muerto que aquello que estaba vivo pero se negaba a perecer.

¡Vuelve, por favor, y termina tu historia Alicia!

Y acá estaba otra vez.

Ventanas negras y pisos altos, placas grises con nombres ilustres, puerta de roble y pomo dorado, los mismos diplomas en la pared contra aquel viejo y mullido sofá al medio de la oficina. El rostro inexpresivo y fatigado de siempre frente a los últimos trabajos de literatura, Shunichi Ibe se había mantenido igual desde aquella fatídica tarde donde me pidió cambiar la tesis, sin embargo, el Eiji Okumura que tenía enfrente era diferente, casi un desconocido. Me gustaba más, los últimos días me había dado el tiempo para conocerlo, era gracioso saber lo mucho que ignoraba de ese chico luego de tantos años juntos. Debí escucharlo más, debí darle más abrazos en lugar de ser tan duro con él, debí ser paciente en lugar de autodestructivo, debí amarlo. Sí, porque si yo no me quería nadie lo iba a hacer. Maldición era difícil, pero no imposible, la terapia estaba ayudando. Además, ¿quién pensaba en lo imposible luego de tocar el borde?

—Ei-chan. —Mis manos se enroscaron sobre mis muslos, mi atención regresó hacia los ojos de mi tutor, sus cejas fueron un rígido arco de furia y su boca un Word en blanco—. Entiendo que te hayas visto sobrepasado con la tesis, quizás pusimos demasiadas expectativas y te sentiste acorralado. —Sus yemas hicieron presión contra las arrugas de su entrecejo, su respiración fue pesada, el ambiente un responso.

—Ya no tiene importancia. —Los rayos del sol se colaron con pereza por las persianas de aluminio, la impotencia se hizo presente como estridencia de corazón.

—Mira, fue bastante difícil hacer que el comité tuviera paciencia contigo. —Las venas le palpitaron bajo el flequillo y el cuello del chaleco, la culpa me abrazó hasta despedazarme los huesos—. Pero esto es ridículo. —Él arrojó el diario hacia el piso—. ¿Tienes idea de la gravedad de la situación?

La tentación del lince.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon