Capítulo 17.

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¡Hola mis bonitos lectores! Vuelvo con mi constante spam para la desgracia de ustedes, pero siempre con amor. El capítulo de hoy lo narra Ash, me sorprende lo mucho que me ha demorado esta edición, aaaah.

¡Espero que les guste!

Éramos el cortejo entre el sol y la luna

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Éramos el cortejo entre el sol y la luna.

Aun sabiendo que era imposible, terminamos enamorados.

El tenue bamboleo de las cortinas contra la brisa del amanecer, el intoxicante aroma que desprendía su piel, sus cabellos bajo mi mentón, haciéndome cosquillas en una barba fantasma, sus piernas enredadas a las mías, su cabeza acomodada contra mi pecho, robando latidos para esclarecer mi tiempo. Me deslice por su espalda con lentitud, la curva entre su cintura y su cadera era un delirio de obscenidad. Tragué con dificultad, observando la reminiscencia del insomnio y saboreando el arrepentimiento. La presentación de la tesis fue un caos. Cuando llegué al auditorio decenas de desconocidos se hallaban utilizando el lugar. Sing se sentó en un sitio que estaba destinado para mí, la mirada que Yut-Lung Lee me entregó estuvo repleta de fatiga, Shorter ni siquiera encontró las palabras correctas para protestar. Que él no llegase fue devastador para la familia de aquel petulante. Una pelea. Una discusión. Gritos. Histeria. Golpes interrumpidos. Lo único que supe, fue que mi adoración regresó a la habitación a la madrugada siguiente, con la ropa repleta de sudor entremezclado con pasto, siendo alguien completamente diferente pero igual. De piezas a un todo. De un todo a la mitad. Y esto era un lío. Lo extrañaba aun cuando lo pensaba. Lo anhelaba cuando se hallaba entre mis brazos. Lo amaba y por eso le podía entregar hasta mí misma vida. Él se restregó sobre mi camisa, tan imprudente.

Yo nunca podría ser Sing.

Temía que eso no fuese suficiente.

—¿Qué harás el otro semestre, onii-chan? —Mi voz fue un aleteo bajo el silencio de la habitación. Los rayos del amanecer acariciaron sus pestañas, tan descarado—. Ya sabes, ahora que no presentarás la tesis. —Él presionó sus párpados con sutileza. Su suspiro fue un beso directo a mi cordura. Tenerlo encima mío fue una sensación majestuosa e irreal.

—Supongo que deberé dejar el dormitorio. —Sus dedos comenzaron a trazar círculos sobre mi espalda, el tacto fue chispeante—. La universidad no me lo prestará a menos que esté matriculado, pero no tengo el dinero suficiente como para continuar enseguida. —Mirar a Eiji Okumura a los ojos era una sensación curiosa. Me sumergía dentro de estos, pero jamás les encontraba final. Me dejaba hipnotizar por aquellas iris de eternidad solo para que mi mente se llenase de él. Era peligroso, vicioso y encantador.

—Siempre puedes pedirle un adelanto a tu jefe. —Su risa hizo chispas contra mi cuello, sus codos se acomodaron encima de mi pecho, su rostro quedó frente al mío. Tan tentador.

—¿Tengo un jefe? —Aún con bolsas bajo la mirada y el cabello hecho una maraña, él era hermoso. Él alzó una ceja, intrigado.

—Claro que sí, es bastante guapo, también he escuchado que es un genio certificado. —Él arrojó un silbido de pura sorpresa—. Es el hombre más genial sobre la faz de la tierra.

La tentación del lince.Where stories live. Discover now