Capítulo 19.

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Hi~ Dios, han pasado una montonera de meses desde la última vez, parte de esto es porque me he enfrascado en otros proyectos y olvidé vilmente esta edición hasta que llegó un lector nuevo y recorde que no he finalizado este fic, no estoy segura si hay alguna pobre alma leyendo tras tan inestable actividad. La otra, es porque saqué este proyecto hace ya más de un año, he cambiado un montón desde entonces, mi percepción de la vida, del amor, de todo, entonces se ha vuelto medio paradojico, pero aún así, me gusta el rumbo que tiene y la crudeza con la que se plasman algunas cosas. ¿Habla de una relación insana? Obviamente, y son cosas que jamás se pretenden romantizar, creo que queda más que claro.

Bueno, sin más, si algún alma sigue por acá, espero que le guste (narra Ash).

Bueno, sin más, si algún alma sigue por acá, espero que le guste (narra Ash)

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Qué absurdo era el tiempo. Tomábamos momentos como si fuesen fotografías, huíamos de ello pero ya habíamos llegado, buscábamos personas en recuerdos y desesperanza solo para olvidarlos. Era montaraz, despiadado y absoluto. Era tan relativo que con él una eternidad no era más que un intervalo.

Era un instante.

Sus ojos fueron luceros desbordantes de esperanza en la destemplanza de la habitación, sus manos fueron piedad para un destino ya escrito, su sonrisa fue el esplendor de la libertad atrapado entre sus mejillas. Dejé que mis manos reposaran sobre mi regazo, la brisa de la desolación se coló por la ventana como si fuese una risilla, la oscuridad suspendida fue tan intensa como el temor encarnado. La impotencia martilló en mi cabeza cuando el horror me congeló las venas. No quería ir. Intentaba ser valiente, sin embargo, la simple idea de tomar su apellido me revolvía las entrañas. Eiji me miró afligido antes de acomodarse a mi lado en la cama, sus palmas se deslizaron con lentitud sobre mi espalda, su corazón fue un dulce arrullo en esta pesadilla. Maldición. Él me miró con esa clase de cara. Perdí el aliento.

Que aterrador era saber que para esos ojos yo era su amanecer.

—Haremos esto juntos, Ash. —Su voz fue un delicado manto de devoción, mi mente fue una bruma repleta de su esencia, nuestro tacto personificó la dulzura—. Y si te llegas a arrepentir cuando estés allá, yo te ayudaré a escapar. —Nuestros dedos se entrelazaron sobre sus muslos, con suavidad. Sonreí, enternecido.

—¿Vas a saltar un muro como la primera vez que nos conocimos? —Sus hombros se encogieron, un mechón de cabello fue acomodado detrás de mi oreja, magnético—. ¿Vas a volar para mí?

—Si eso crea una distracción y te permite huir, sí. —Que abrumador. Este chico no tenía idea de con quién se estaba metiendo, Dino Golzine era un hombre repugnante y resentido. Monstruoso. Casi perverso, no obstante, acá estaba él—. Además ahora tengo más práctica con la pértiga, ya no estoy oxidado.

—Suenas como un abuelo.

—Con mayor razón deberías escucharme por ser más sabio, mocoso. —Eso que debió haberme ofendido me hizo reír.

La tentación del lince.Where stories live. Discover now