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Baekho viste un uniforme anaranjado al igual que todos los prisioneros, está sentado en la cama de su celda, su cara está pálida y su cuerpo ya no es como la recordaba. Su sonrisa cínica crece cuando se da cuenta que lo observo.

-¿Que sucede cariño? ¿Te cansaste de él y viniste a buscarme? -Minho, que estaba detrás de mi, se tensó al oírlo.

-Créeme cuando te digo, antes muerto que regresar contigo. -Dije con voz dura, esa sonrisa cínica y divertida no se iba de su rostro.

-¿Que haces aquí? ¿Vienes a restregar tu libertad en mi rostro? -En su voz ahora se podía oír el rencor.

-Solo quiero saber una cosa. -Me diriji a él con odio. -¿Por qué lo hiciste? -Pregunté, aunque sabía bien sus razones, pero quería escucharlo de su propia boca para alimentar mi odio hacia él.

Su rostro se vuelve serio y se levantó de su cama para caminar lentamente hacía mi, sin pensarlo retrocedí unos pasos, a pesar de que estén los barrotes de la celda me es imposible no sentir miedo.

-Sabes muy bien por qué, odio a las personas como tú, me dan asco. No tienes idea de lo que me aborrecía estar contigo Jisung, el tener que besarte y tomar tu mano como dos niños pequeños. Pero descuida, todo ese tiempo valió la pena, creé a los seres más extraordinarios que podrían existir para acabar con tu asquerosa especie.

Mi respiración agitada se escuchaba en todo el lugar, lágrimas de impotencia querían salir de mis ojos. Baekho observaba mi reacción con satisfacción, pero esta vez, no le daré el gusto de lastimarme. Inhale fuerte y alejé las lágrimas de mis ojos.

-Eres una mierda Baekho, mereces pudrirte en este lugar. -Finalize dando media vuelta, con la cabeza en alto, para salir de ese lugar.

Minho caminaba detrás de mi, me detuve en la salida para suspirar profundamente y tranquilizar mi acelerado corazón.

-Tranquilo, lo hiciste muy bien. -Minho se pone frente a mi y me tomó de los hombros para darme un masaje tranquilizador.

-Necesitaba este cierre.

Asintió y me acercó a él abrazandome por la cintura, rodie su cuello con mis brazos y los latidos de mi corazón lentamente vuelven a su ritmo normal. Eso me hace dar cuenta que estar con Minho me tranquilizaba, me da paz.

-Ven, te acompaño a casa y luego volveré, tengo que hablar algo con los guardias.

Asentí y juntos caminamos hacía la casa para encontrarnos con Aika. Con un beso a ambos Minho se despide para dirigirse una vez más hacia la cárcel.

Una vez dentro de la cárcel, Minho se dirigió a la habitación en dónde se encontraban varios guardias listos para hablar un tema pendiente.

Eir y Belia..

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