•Siete•

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Narra Bakuhoe

Pasamos por la puerta principal y nos paramos delante de la gran fuente central.

—¿A dónde vamos Katsu?

—A donde quieras ir primero, me da igual.

—Mmm, son las seis y diez. ¿Vamos a la heladería Pico? He oído que tiene los mejores sabores.

—Pues vamos. —Nos soltamos las manos para subir por las escaleras mecánicas y llegar a la parte de los dulces.

—¡Es ahí! —Dijo emocionado como un niño pequeño.

—Sí, no estoy ciego. —Me agarró de la mano y literalmente me arrastró mientras que andaba más rápido de lo normal.— Kirishima por favor, que tienes dieciséis años, ya no vas a primaria.

—Lo sé, pero me hace ilusión venir contigo aquí. —Sonrió.

Cómo puede decir cosas así sin ser consciente de lo lindo que es.

—¿De qué quieres el helado? —Pregunté.

—¡Vainilla! ¿Y tú? —Miré la variedad de sabores.

—De chocolate de menta. —Señalé el lugar en el que estaba.

—Bakugou, ¿cómo te puede gustar eso? —Preguntó serio.

—No, es por probar cosas nuevas. Nunca pido el mismo. —Respondí distraído.

—Te vas a arrepentir, eso sabe mal, al menos a mí no me gusta.

—Hay que probar de todo, Kiri. —Sonreí con segundas intenciones.

—Bueno, yo siempre pido vainilla. —Sonrió inocente.

Hay que ver lo cortito que eres a veces, cariño.

Nos dieron los helados, a Kirishima en cucurucho y a mí en tarrina. Nos sentamos uno delante del otro

Probé un poco y exactamente no tenía un gusto muy bueno. Kirishima al parecer lo notó y rio.

—¿Qué tal Suki? —Preguntó conteniendo la risa.

—Genial, ¿no ves como lo disfruto? Mmmmm que rico. —Respondí sarcástico.

—Se ve que lo disfrutas sí.~ —Sonrió.— ¿Quieres del mío?

—...Vale. —Se levantó y sentó a mi lado.

—Toma. —Me extendió el cucurucho y lo cogí. Le pasé la lengua lentamente mirando a Kirishima, que se sonrojó.

—Mmm, sí, está bueno. Pero no tanto como tú. —Sonreí mirándolo fijamente y se lo devolví.

—Katsuki tengo calor. —Susurró.

—Pues el aire acondicionado de la heladería está puesto, además con el helado se te irá, ¿no? —Respondí haciendo como que no lo había entendido.

—Sí... supongo. —Volvió a susurrar.

Aparté la tarrina y apoyé mis brazos en la mesa, en los cuales sostuve mi cabeza. Lo miré mientras comía.

—Mmm lo harías bien, pero no muerdas por favor.

—¿Huh? ¿A qué te refieres? —Preguntó confundido.

—Nada, déjalo. Termina ya. —Sonreí mientras lo seguí observando.

A veces era demasiado inocente.
Salimos de la heladería.

—¿Y ahora, Kiri? —Lo miré y suspiró.

—Tengo las manos pegajosas. Vamos a los servicios por favor.

Te Leo Esta Noche [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora