𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚂𝚒𝚎𝚝𝚎.

103 11 1
                                    


Dos días habían pasado desde lo acontecido con las dos amigas que se encontraban caminando en el bosque.

—Malina...¿A dónde vamos?— interrogó la albina ladeando la cabeza.

La mencionada volteó a verla.

—Oh...¿Estás cansada?— esbozó una pequeña sonrisa al ver a Mei asentir apenada— Ven, te llevaré cargando.

Acto seguido, la menor dió un salto hacia la espalda de su amiga, quien continuó caminando alegre.

Tras unos quince minutos de caminata, llegaron a un claro del bosque que Ebony miró maravillada; no tardó en percatarse que había un "día de campo" preparado al centro del lugar

—Espera...— habló Mei— ¿Esto ha estado aquí desde antier?— preguntó mientras bajaba de la espalda de la castaña, quien rió tiernamente

—Claro que no— articuló mientras caminaba tomando la mano de su compañera en dirección a la manta sobre el piso— Lo había preparado, sin embargo...después de que terminamos de haberte ido a dejar a tu casa vine a recogerlo...porque la comida no aguantaría dos días aquí— puso un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Oh vaya — rió apenada.

—Ahora ven, siéntate— dijo mientras ella tomaba asiento— no sé bien que te gusta, pero...— sacó de la canasta un sándwich de crema de cacahuate— el otro día estabas comiendo uno de éstos... así que te traje uno— le extendió el emparedado

—¡Wow! Es increíble que te hayas fijado...o que hayas recordado eso— exclamó mientras tomaba alegre el alimento.

Malina soltó una pequeña risa

—También traje jugo...sándwiches de jamón; quesadillas...— hizo una pausa de unos cinco segundos— ¿Quieres buscar algo que te guste?

—En realidad...nada me disgusta, pero si usted insiste— miró a su amiga— Vamos, insiste— bromeó en voz baja, algo avergonzada mientras sus mejillas se tornaban rojas.

La castaña se le quedó mirando unos segundos

—Ah, claro claro...Por favor; insisto en que busque algo de su agrado, señorita Jones— rió con las mejillas igualmente rojas.

Y así pasaron un par de horas, era una velada llena de risas, bromas y sonrojos ocasionales.

Una vez que ambas terminaron su respectiva comida, la más alta s
e levantó casi de un brinco, pidiendo a la más pequeña que la siguiera; bajo la promesa de que no caminarían demasiado. Promesa que cumplió.

—Llegamos— habló con una sonrisa

—¡Es hermoso!— dijo Mei con un grito de emoción.

La vista era sin duda idílica.

Se trataba de un pequeño lago, rodeado por algunos troncos de árbol que fungían como bancas o sillas; y si a eso le sumamos la luz cálida y anaranjada del atardecer...sin duda cautivó a Ebony.

—Me alegra que te guste— expresó Malina mientras miraba a su contraria.

—¡Gracias por traerme!— se lanzó a abrazarla. La castaña correspondió

—No me agradezcas, Mei. Me da mucho gusto estar aquí contigo— acarició los blancos cabellos de su amiga.— Es un lugar...especial para mí— miró al horizonte— te contaré esa historia después— sonrió

—Está bien, de cualquier modo...gracias por hoy. Ha sido un día increíble gracias a ti

—Y aún no termina— Sin darle tiempo a Mei de responder, la tomó entre sus brazos y la lanzó hacía el lago, sumergiéndose de un brinco también.

Se encontraron bajo el agua, mirándose fijamente la una a la otra mientras se acercaban progresivamente.

Hasta que Mei se quedó sin aire.

La albina nadó rápidamente hacia la superficie, seguida de su acompañante.

Las risas de ambas resonaban por el bosque; al igual que el chapoteo del lago.

Al cabo de una hora, las dos chicas salieron del lago.

Malina fué en seguida por toallas que había preparado esa mañana.

—Ven; hay una última cosa que tengo planeada— le extendió su mano a Mei, quien estaba sentada en el pasto.

Caminaron tomadas de la mano unos cuantos metros lejos del área en que se encontraba el lago.

A Ebony le brillaron los ojos cuando divisó los preparativos para una fogata que había ahí.

Nuevamente, abrazó a Malina.

La anterior mencionada, después de corresponder aquel cálido abrazo, se dedicó a encender la fogata y sacar dos varitas de madera de su mochila, junto con una bolsa de bombones que había comprado ese mismo día.

—¿Te gusta asar bombones?— preguntó alegre

—¡Por supuesto!— tomó el palito que la castaña tenía en la mano.

Sunlight    •Malina   Weissman•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora