𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙾𝚌𝚑𝚘.

102 11 2
                                    


El atardecer dejaba a su paso un cielo de tonos rojizos y anaranjados, mientras cuatro voces se esforzaban por contener la risa, cuatro cabezas hacían un esfuerzo por contener los nervios, la emoción.

—¡Shhh! No son nada discretos— Clamó Charlotte.

—Lo siento, es que nunca había hecho una fiesta sorpresa— Mei rió por lo bajo.

No pasaron más de diez minutos para que cierta chica castaña se mostrara con un semblante serio, ocultando su curiosidad.

—¿Matías? — interrogó Alyssa casi en un grito— ¿Qué quieres decirme?— continuó caminando hacia detrás de un grupo de arbustos, lugar en el que observó con ojos iluminados una reunión simple, sin embargo muy linda.

Había una mesa pequeña, llena de cupcakes, pues Matías sabía que no le gustaba el pastel; un tazón de frutas, pues Charlotte sabía que prefería eso a dulces; en una mesa apartada, había seis regalos: no muy grandes, pero cada uno tenía una nota y un cassette pues Malina sabía que amaba esas cosas.

Habían colgado listones atados a las ramas más bajas de dos árboles, y en ellos amarraron algunos banderines en forma triangular.

También colocaron lámparas se aceite en lugares lo suficientemente seguros como para no iniciar un incendio.

—¡Chicos!— exclamó entre lágrimas— no puedo creerlo

—Lamentamos que haya sido tan simple...nos esforzamos lo más que pudimos— respondió Ebony rascando su nuca

—Es perfecto...— dijo la morena para después abrazar a cada uno de sus amigos.

La noche fué una velada de risas y bromas.

Mei se ponía casi morada de la risa, pues entre las tonterías de Matías, los chistes de Alyssa y los ridículos de Jason; no le daban ni tiempo de respirar.

—Chicos, chicos— alcanzó a decir Malina entre risas— creo que Mei necesita un respiro

La mencionada se viró hacia ella, visiblemente agitada por la risa, mientras se dejaba caer en sus brazos. La castaña simplemente se quedó inmóvil, como un soporte para la albina.

No tardaron en decidir ir a comprar un par de cervezas, que terminaron convirtiéndose en bastantes.

—Bueno, no hay vino...¡Pero quiero brindar por Alyssa! Es la mejor amiga que pudimos haber pedido— habló Matías, ya medio perdido en el alcohol.

—¡Por Alyssa!— remató Malina; tambaleándose, pues no solía beber y el alcohol le pegó bastante rápido.

Un par de horas más tarde; Matías colocó una botella vacía en el suelo, ya que todos habían decidido jugar algo muy cliché entre amigos, pero sin duda una muy buena idea para pasar el rato.

La botella giró; apuntando con la boquilla hacia Charlotte y el fondo hacia Malina.

—Bien, yo pregunto— afirmó la rubia con seguridad. La castaña simplemente se quedó mirándola.— Hmmm...Si tuvieras que besar a alguna de las chicas presentes...Porque es obvio que si dijera que de todos, elegirías a Matías— aclaró al recibir una mirada confusa de la chica— ¿A quién besarías?

—Eso es obvio— respondió con voz pastosa por las cervezas— Besaría a Ebony— rió, haciendo sonrojar a la mencionada, quien la miraba avergonzada pero curiosa.

Todos bromearon simplemente y siguieron con el juego.

Pasaron unas horas; hasta que la festejada decidió invitarlos a dormir a su casa; harían una pijamada.

Malina caminaba sosteniéndose de Mei, pues no podía sostenerse en pie por demasiado tiempo.

Tras acomodar colchones, cobijas y almohadas en la sala, los chicos encendieron la televisión; dispuestos a ver un maratón de películas, a competir por quién se podría quedar despierto más tiempo.

Al cabo de una media hora, Mei sintió que la tomaban del brazo.

—Mei...me siento mal— articuló Malina con dificultad— C-creo que voy a vomitar— habló para después cubrirse la boca con su mano derecha.

—Chicos; vamos al baño. Malina se siente mal— se dirigió la albina hacia sus amigos mientras se levantaba sosteniendo a su amiga

Momentos después, Mei se encontraba con su mano apoyada en la espalda de Malina, sobándola en círculos, mientras la anterior mencionada vomitaba.

—Mei...— dijo tras limpiarse la boca con el antebrazo.

—Dime ¿Necesitas algo?— respondió preocupada.

—Te amo...— habló para quedarse dormida minutos después.

—Y yo a tí...— contestó, pidiendo ayuda a sus amigos para llevarla nuevamente a la sala y arroparla.

Sunlight    •Malina   Weissman•Kde žijí příběhy. Začni objevovat