Cola de rata

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Sediento de sangre, encontró a las pequeñas desprotegidas. Pero la sola mirada de Winifred Sánderson lo hizo retroceder. Había algo oscuro y maligno en esa niña; algo que hasta un animal salvaje podía sentir.

Desde aquel día, las tres hermanas quedaron desamparadas y a merced de la voluntad de Dios. Al menos era lo que ellas creían, porque no sería Dios precisamente aquel que las cobijara en su ceno.

Durante días, pidieron refugio a los habitantes del pueblo vecino a Salem, ya que su madre no había olvidado enseñarles que si algún día se encontraban solas, los habitantes de Salem eran las últimas personas a quienes debían recurrir. Pero nadie en el pueblo vecino quiso cargar con ellas por demasiado tiempo.

En cuanto Winifred era acogida por algún corazón noble, cometía el error de contar la historia del lobo. Eso provocó que los habitantes de Ipswich comenzaran a ver en ellas algo oscuro y maligno.

No era posible que un lobo hambriento les hubiesen permitido vivir así, sin más. Sin duda debía ser obra del diablo en persona. Y por el bien de la comunidad, las autoridades de Ispwich resolvieron que las niñas debían ser purificadas con fuego y devueltas al señor. En otras palabras, deseaban asesinarlas y quemarlas en una hoguera, igual que años antes lo había deseado su propio padre.

Tomaron a las niñas y las arrastraron al bosque como si fueran animales. Prepararon una hoguera y las ataron a un tronco para después tomar una antorcha y encender el fuego.

Las niñas gritaban horrorizadas y las llamas comenzaron a abrazarlas. El fuego alcanzó a Mary Ann primero y después a la pequeña Sarah.

Winifred logró ver como la piel se les llenaba de ampollas. Quedaron calvas y comenzaron a carbonizarse.

Entre gritos y lamentos, el fuego alcanzó a Winifred también, y en ese momento despertó muy alterada dentro de la cripta.

Aún el lobo Alfa la estaba observando de cerca.

Nada había sido real. Sólo se trató de una horrible visión que Winifred tuvo mientras contemplaba la mirada penetrante del lobo Alfa, que acababa de hallarla en ese preciso instante.

Ahí estaba el infeliz, observándola de cerca, con sus feroces fauces entreabiertas y esos ojos furtivos y amenazantes de distinto color.

Era la premonición más duradera de Winifred hasta el momento. En verdad sintió que habían pasado semanas enteras en un sólo segundo. Luego, el lobo percibió ese poder oscuro e intenso en la joven Winifred, y salió huyendo despavorido, tal y como había pasado en su visión. Pero esta vez, la pequeña Sánderson no esperaría a que su visión se cumpliera.

La presencia del lobo indicaba que su madre se hallaba muerta en el bosque. No había ya nada que hacer para salvarla. Y si todo lo demás habría también de llegar a término, ir al pueblo de Ipswich representaba una muerte segura para las tres.

Lo primero que hizo Winfred fue contarle a sus hermanas lo que los lobos le habían hecho a su madre. Necesitaba de la ayuda de las dos para recoger su cuerpo y llevarlo al cementerio.

Buscaron toda la noche hasta que por fin lograron hallar los restos. Los colocaron con mucho amor en unas mantas y los llevaron hasta esa cripta que por tantos días les había servido de hogar. Allí descansaría desde aquel día y para siempre, bajo la mirada eterna de un Ángel de piedra.

Hecho esto, y habiéndola llorado la noche entera, las hermanas Sánderson abandonaron el cementerio y se internaron en el bosque. Desde aquel día estarían completamente solas.

Habían pasado ya seis lunas; estaban muertas de hambre, de sed, y tan sucias que parecían haber sido olvidadas por la vida misma. Luego seis lunas más, alimentándose de raíces y de insectos que encontraban entre los huecos de los árboles. Al atardecer del día doce, encontraron un nido de ratas y al fin lograron saciar su hambre. Lo único que quedó fue una cola. Winifred creyó que sería un buen amuleto, la recogió y se la obsequió a Sarah.

"Ten hermana mía. Para la suerte".

Sarah le agradeció el obsequio y comenzó a saltar frenética por todas partes.

-¡Tengo un obsequio! ¡Tengo un obsequio! ¡Tengo un obsequio!

Desde aquel día, la cola de rata de la suerte se convirtió en el amuleto de Sarah y en su tesoro más preciado también

Hocus Pocus. El origen de las brujasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن