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C A P I T U L O   3.

Terminé de ducharme lo más rápido que pude, no quiero volver a tocar esa agua, ya me había quedado claro que ésta gente vive en otro siglo. Y aunque no quisiera tendría que comenzar a acostumbrarme a ello. Me estaba secando el cabello cuando algo, o mejor dicho, alguien llamó mi atención.

—Laura. —Escuché en un susurro. Me detuve en seco y me voltee, miré a todos los rincones del baño pero no había nadie. —Laura. —Volví a escuchar el mismo susurro y salí del baño entré a la habitación y mis ojos pasearon por cada lugar y objeto de la habitación. 

Me acerqué a la ventana y miré hacia abajo, no había nadie, volví a escuchar los susurros pero ésta vez más seguidos, comencé a sentir una punzada en los oídos cómo si me hubiesen enterrado una rama en cada uno, la cabeza me comenzó a palpitar y coloqué una mando en cada oído en un intento inútil de calmar la gran punzada. 

Lágrimas llenaron mis ojos, se sentía horrible, todo daba vueltas, me sentía mareada, mis piernas comenzaron a temblar y caí al suelo de rodillas. Quería gritar, pero no podía, era como si me hubieran arrancado la voz. El susurro no cesaba y aunque se escuchaba bajo, aturdía de una manera horrible. 

Como pude, abrí la boca para gritar. —¡Ya cállate! —Grité a la nada. De repente, los susurros se detuvieron y me levanté del suelo, sentí un escalofrío recorrerme de la cabeza a los pies, justo en el momento en el que me levanté del todo, me di la vuelta para salir pero un golpe increíblemente fuerte me detuvo. 

Mi cabeza dió aún más vueltas de lo que daba segundos atrás, caí al suelo de golpe y me desmayé. 

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Abrí los ojos con cuidado y parpadee varias veces, me levanté del suelo y vi unas pequeñas gotas de sangre, toqué mi cabeza y tenía un poco. Me di un golpe fuerte. Tal vez sólo estoy imaginando cosas. 

Entré al baño y me di otra ducha para limpiarme la sangre de la cabeza, no era una herida grave, sólo fue un pequeño golpe, me sequé el cabello y salí de mi habitación. Giré en uno de los pasillos para bajar las escaleras y me topé con la madre superiora. 

—Señorita Laura, venía a buscarla, quisiera saber por qué no se presentó en la iglesia ésta mañana. —Dijo con voz firme y dura. Me miraba con recelo, era más que evidente que me detestaba y que no me quería aquí. 

—Me golpee la cabeza y me desmayé, nadie entró y tuve que arreglármelas sola, por eso. Ahora, si me disculpa, quisiera bajar, necesito caminar o terminaré loca en éste lugar. —Contesté. Asentí en modo de saludo y le pasé por un lado, bajé las escaleras y salí del monasterio.

Cuando el aire de la tarde, entre frío y tibio me golpeó la cara de manera suave, la capucha de mi capa se echó hacia atrás y mi cabello quedó expuesto al aire fresco. 

Comencé a caminar sin rumbo, no me importaba si me perdía, supongo que me encontrarían meses después con lo mucho que les importo a los demás —Nótese el sarcasmo. 

Caminaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de lo lejos que llegué, estaba justo en el medio de una especie de círculo entre los árboles, miré hacia arriba y aún podía verse un poco de luz del sol, pero los árboles inmensos y frondosos no dejaban que la luz iluminara todo el bosque. Cerré los ojos por un momento y respiré profundo. 

—¿Admirando el paisaje? —Me sobresalté al escuchar aquella voz. Me di la vuelta y estaba cruzado de brazos mientras se apoyaba en uno de los grandes árboles. 

—¿Qué haces aquí? —Pregunté con una sonrisa y me di la vuelta. Escuché ramas quebrarse debido a los pasos, y por el rabillo del ojo pude ver que se detuvo junto a mí. 

El Templo © [✔]Where stories live. Discover now